El Secretariado de Obispos de América Central (SEDAC) emitió un comunicado de solidaridad con la Iglesia nicaragüense ante la persecución religiosa creciente en contra de obispos y sacerdotes ejecutada por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
«Expresamos nuestra solidaridad con todos los obispos, sacerdotes, comunidades religiosas y laicos de ese hermano país que afanosamente trabajan en la viña del Señor; a pesar de las dificultades y pruebas que encuentran en su camino. De manera especial, nos solidarizamos con Mons. Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí; y con el presbítero Harving Padilla, párroco de la iglesia San Juan Bautista de la ciudad de Masaya, quienes sufren la vulneración de su derecho a la seguridad y libertad plena», expresa los obispos del istmo.
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La jerarquía católica de Centroamérica manifestó también su pesar por el agravamiento de la crisis sociopolítica que vive Nicaragua desde abril de 2018.
«Manifestamos que escuchamos el clamor del pueblo nicaragüense y nos apena la situación social, económica y política que atraviesa provocándole dolor y sufrimiento. Clamor que evidencia sus aspiraciones de alcanzar una vida plena y feliz, esa vida que Jesús trae para que cada persona humana viva de acuerdo a la dignidad que Dios le ha dado», indican los obispos de Centroamérica.
Una Iglesia que vela por su pueblo
Los obispos de Centroamérica hicieron votos para que “la comprensión, el diálogo, la tolerancia, la unidad y la paz” puedan ser una realidad en Nicaragua, a la vez que manifestaron que la Iglesia nicaragüense es testimonio vivo de una institución que ama y sirve al pueblo.
«Exhortamos a las autoridades civiles y militares a buscar y encontrar caminos de diálogo que posibiliten la convivencia armónica entre los ciudadanos y las instituciones que conforman el entramado de dicha sociedad, entre ella la Iglesia que a lo largo de cinco siglos ha velado con amor por dicho pueblo. La sangre de Monseñor Antonio de Valdivieso, derramada en 1550 en defensa de los derechos de las víctimas del sistema de gobierno colonial, es testimonio de ello», finaliza el comunicado firmado por el arzobispo de San Salvador y su auxiliar, monseñor José Luis Escobar Alas y cardenal Gregorio Rosa Chávez, respectivamente; en nombre del Episcopado centroamericano.