La reforma constitucional impulsada por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo con la que eliminan la nacionalidad nicaragüense a cualquier ciudadano que haya optado por otra ha sido catalogada como una acción déspota y autoritaria que busca consolidar el control y limitar la participación de quienes se oponen a la dictadura sandinista.
William González, escritor y poeta nicaragüense galardonado con el premio Hiperión de Poesía por su obra Inmigrantes de segunda, expresó su rechazo a las modificaciones a los artículos 23 y 25 de la Carta Magna de Nicaragua «Me parece una medida déspota, propia de unos psicópatas como ellos», afirmó.
González, quien tiene nacionalidad española y nicaragüense, subrayó que ninguna reforma le arrebata sus derechos ganados desde su nacimiento. «A nivel personal, prefiero demostrar que el hecho de ser nicaragüense no nos lo quita nadie. La nacionalidad se lleva en el corazón, corre por la sangre. Ninguna medida es capaz de arrebatarla».
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El poeta añadió que, a pesar de las acciones del régimen, Nicaragua está por encima de Ortega y sus medidas deplorables. «Por lo tanto, mi postura es de unión. Hoy no dejamos de ser nicaragüenses, al contrario, lo somos más. Más nicaragüenses, más demócratas y más esperanzados en que un día el régimen desaparecerá. Como escribí en mi poemario Me duele respirar: “Exterminarse / fin de la autocracia”».
Por su parte, Meyling Duarte, miembro fundadora de SOS Nicaragua Madrid, destacó la resistencia de la oposición y la comunidad en el exilio. «Hoy por hoy, la dictadura sabe que después de siete años no ha podido silenciar las voces opositoras, voces del exilio, de la migración. Desde fuera seguimos haciendo eco de todo lo que sucede ahí dentro», afirmó Duarte.
Duarte también criticó la legalidad de las acciones del régimen. «De todo lo que está haciendo esta dictadura nada tiene razón de ser. Todo lo que hacen va en contra de los derechos humanos y de la Constitución. Carecen de garantías de ley, y tarde o temprano, esto será reconocido en La Gaceta, pero sin legitimidad», explicó.
En su reflexión, Duarte resaltó que muchos nicaragüenses que han obtenido la nacionalidad española, como su caso, mantienen su amor por Nicaragua. «Cuando nos preguntan si renunciamos a nuestra nacionalidad nicaragüense, decimos que no. El amor por nuestro país lo llevamos en la sangre, en nuestro ADN. Ni esta dictadura ni ninguna otra podrán quitárnoslo», afirmó.
La activista subrayó la importancia de reactivar la lucha tanto dentro como fuera del país. «Lo nicaragüense es nuestro y eso nadie nos lo puede arrebatar. Es fundamental dejarle claro a la dictadura que, gracias a los millones que estamos en el exilio, la economía del país se mantiene en movimiento a través de nuestras remesas y nuestro esfuerzo», añadió.
Duarte también hizo un llamado a la comunidad internacional y a las organizaciones de derechos humanos para que rechacen esta arbitrariedad. «Desde SOS Madrid, nos sumamos al repudio de esta medida y a la denuncia de la violación de derechos fundamentales que representa», concluyó.
La eliminación de la doble nacionalidad en Nicaragua no solo afecta a quienes residen en el extranjero, sino que también representa un intento de silenciar y limitar la participación de la diáspora en la política y la sociedad nicaragüense.
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El cambio es drástico, y revierte completamente el principio de protección a la nacionalidad, abriendo paso a un mecanismo que el régimen puede usar para justificar legalmente la desnacionalización de ciudadanos exiliados.
Estas modificaciones ocurren menos de 90 días después de que el régimen aprobara y publicara una nueva Constitución que transformó de fondo el modelo de Estado, estableciendo una copresidencia institucionalizada para Rosario Murillo, el uso de la bandera del Frente Sandinista como símbolo nacional y la supremacía total del Ejecutivo sobre los demás poderes del Estado, los que califican ahora llanamente como «órganos».