En un conversatorio virtual, realizado por el Instituto Casla, los exreos y desterrados políticos Ana Margarita Vijil, Freddy Navas y Juan Lorenzo Holmann Chamorro narraron sus experiencias como secuestrados por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y cómo este proceso cambió sus vidas.
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Por su parte, la abogada defensora de derechos humanos y directora ejecutiva del Instituto Casla, Tamara Suju, quien fue la moderadora del conversatorio, recordó que el régimen de Nicaragua se ha ensañado con los exreos políticos a quienes desterró, confiscó sus bienes y los convirtió en apátridas.
En su intervención, Ana Margarita Vijil, a quien la justicia de Nicaragua le quitó su licencia como abogada, expresó que su historia es «común en Nicaragua: la historia de una persona que quería una Nicaragua en libertad y democracia; levanté mi voz y por eso fui detenida el 13 de junio de 2021».
Recordó que durante su cautiverio, de 20 meses en «El Nuevo Chipote», estuvo en una celda en confinamiento solitario, donde se le violentó sus derechos. Además dijo que pudo ver a su madre, luego de 80 días de detención. «Mi mamá lo primero que hizo fue tocarme las uñas para saber si me las habían arrancado», subrayó.
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Pese al cautiverio, la integrante de Unamos consideró haber tenido «suerte» durante su encierro, en comparación con otros reos políticos que sufrieron mayores adversidades. «Aunque estaba en aislamiento, mi celda tenía verjas y trataba de saludar a los muchachos que iban a celdas de castigo, donde no había luz y no podía pasar el aire».
Agregó que pese al sometimiento del que fue objeto, ella y los demás exreos de conciencia «resistimos la embestida de la familia Ortega y Murillo, sabiendo que estábamos presos por una causa justa, que es la libertad de Nicaragua; por eso que rezábamos juntos cuando podíamos, y pudimos superar la prohibición del silencio».
Freddy Navas: «Cuando nos sacaban al sol no podíamos ver»
Referente a los castigos que fueron sometidos los presos políticos, el líder campesino Freddy Navas, quien fue secuestrado en dos ocasiones, recordó que después de 15 ó 20 días sin poder ver la luz del sol, «podíamos ver aunque fuera a través de barrotes la libertad, pero no podíamos abrir los ojos, pasábamos más de un minuto con los ojos cerrados e íbamos abriéndolos poco a poco por la gran luminosidad».
Por otra parte, enfatizó que este segundo arresto arbitrario, estuvo marcado por una serie de torturas psicológicas por parte de la Policía. «En dos ocasiones nos pasó que en casi 90 días no tuvimos contacto con el exterior, solo nos llegaban a dejar comida, pero no sabíamos nada de nuestras familias».

«Los oficiales nos decían que no valíamos nada y que habíamos sido olvidados por nuestras familias y por la comunidad internacional»; señaló, además, que en algunos casos, hubo opositores que perdieron la noción del tiempo».
«Hubo un abogado que no recordaba el nombre de sus hijos y de sus hijas; otros con deseos de suicidarse. Incluso había algunos a los que no se les entregaba los medicamentos para combatir sus males, por lo que hasta habían desistido de luchar (…)», agrego.
Juan Lorenzo Holmann: «Solo podíamos hablar en voz baja con el hermano de dolor»
Como «media libertad» calificó Juan Lorenzo Holmann su excarcelamiento, porque asegura que la verdadera libertad es poder estar cerca de su familia, «en la tierra que me vio nacer, donde he vivido y donde siempre he luchado».
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También destacó que durante su encierro nunca tuvo derecho a una legítima defensa, mucho menos acceso con su abogado para planificar su defensa. «Esa era una de las cosas que nosotros —los otros exreos políticos— demandábamos a nuestros interrogadores, que cuándo íbamos a tener el tiempo para sentarnos con nuestros abogados».
Recordó que fueron 545 días que estuvo secuestrado, donde por mucho tiempo fue confinado a una celda de castigo. «En algunos momentos compartía celda con Freddy —Navas—, en otro con Miguel Mendoza o con Mauricio Díaz», narró.

Con la voz entrecortada, Holmann Chamorro dijo que «es muy fácil narrar lo que vivieron la decenas de opositores secuestrados en «El Nuevo Chipote», «pero debe ser muy difícil para otros imaginarse lo que es estar en completo aislamiento y que lo único que se puede hablar es en voz baja con el hermano de dolor».
Los tres opositores aprovecharon para agradecer a todos los organismos defensores de derechos humanos por haber demandado su liberación, asimismo afirmaron que seguirán su lucha por la salida de la dictadura orteguista y el cambio democrático en el país.