Los feligreses católicos se dieron cita en la misa realizada este domingo, 26 de marzo, en honor a Fray Odorico D’Andrea, esto pese a las prohibiciones del régimen de Ortega y Rosario Murillo. Las actividades se realizaron en los terrenos del santuario y la parroquia.
Las imágenes mostraron un lleno total en las actividades religiosas realizadas en Santuario Tepeyac y el Templo Parroquial San Rafael Arcángel en San Rafael del Norte pese a la prohibición policial emitida por la dictadura de realizar la misa campal. El pasado 22 de marzo se cumplieron 33 años del fallecimiento del fraile, que ya es considerado por muchos un santo. La iglesia católica lo considera un «siervo de Dios».
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Después de que el régimen prohibiera su realización, las autoridades religiosas de esa Diócesis informaron que la misa del 22 de marzo sería dentro del santuario y el domingo, 26 de marzo, día en el que también se programó eucaristía en la Parroquia San Rafael del Norte, la que fue presidida por monseñor Carlos Enrique Herrera, obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua.

Cada 22 de marzo, son miles de católicos provenientes de toda Nicaragua y países centroamericanos que llegan a San Rafael del Norte para venerar al padre Odorico D’Andrea. Es tal la cantidad de peregrinos que la Iglesia construyó el famoso Templete, un lugar ubicado en el campo donde se celebra la misa campal con miles de devotos y donde históricamente se daban cita miles de católicos seguidores del fraile hasta este año, que la dictadura lo prohibió.
El pasado 14 de febrero del corriente año, la dictadura confirmó la expulsión de Fray Damián Muratori, quien era el vicepostulador de la causa de Beatificación del padre Odorico D’Andrea. La dictadura argumentó que el religioso era solicitado por las autoridades de Italia para enfrentar un caso de supuesto delito sexual.
Unos días antes de la expulsión, Muratori oró por monseñor Rolando Álvarez secuestrado por la dictadura y condenado a 26 años de prisión y exaltó su sacrificio de permanecer en una cárcel del régimen como una denuncia pública de que el país entero, está secuestrado por la dictadura.
La Iglesia católica vive una brutal persecución de parte del régimen orteguista, la última estocada fue la cancelación de la personería jurídica de la Asociación Cáritas Jinotega, además de la cancelación de la Universidad San Juan Pablo II con sede en Managua y Matagalpa. Además, la dictadura decidió suspender sus relaciones con el Vaticano.