La vicemandataria de Nicaragua Rosario Murillo, durante su acostumbrado discurso de medio día, justificó las acciones represivas de su régimen afirmando que están cumpliendo «la misión de la justicia divina», mientras persigue a la iglesia católica, condena a los religiosos y los destierra.
«Que intenso se siente, que bonito se siente, que hermoso se siente, que plenitud se siente cuando uno sabe que ama a su Patria, cuando uno sabe que sigue adelante en caminos de patria, dignidad, soberanía, libertad, cuando uno sabe que no tiene alma de esclavo, que no tiene alma de serviles, que no hay egoísmo en nuestros corazones, al contrario afán de servir a nuestro pueblo, que hermoso, que intenso, que plenitud se siente cuando uno sabe que cumple misiones de la justicia divina», expresó la vocera del régimen a medios oficialistas.
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«La justicia divina que nos dice: Que la pobreza es un pecado capital y hay que luchar contra la pobreza, la justicia divina que nos dice: El ser humano es digno y merece defender su dignidad y debe defender su dignidad todos los días. tiempos nuevos, tiempos antiguos pero tiempos nuevos que logramos hacer realidad esos principios, esos valores que son de espíritu, que son la imitación de Cristo, de Cristo Jesús, imitación de Cristo un libro hermoso, que nos leyó en los primeros tiempos de la vida», añadió Murillo, una mujer de reconocidas creencias y prácticas esotéricas, y quién además destila odio contra sus críticos cada vez que aparece en público.
La vicemandataria afirma que lo principal para su régimen es «imitar a Cristo, Cristo que vivió su pasión, su amor, su entrega al prójimo, Cristo que no vaciló en servir al prójimo desde esa humildad gloriosa que le conocemos y que tratamos en todos sentido de imitar, de ser dignos de Cristo Jesús en su grandeza, en su humildad y en sus lecciones permanentes».
En el acto realizado este martes, 21 de febrero, el mandatario nicaragüense Daniel Ortega aprovechó su discurso para atacar a la Iglesia en Roma y a los obispos de Nicaragua, señalándolos de ser una «mafia».
El dictador señaló que Cristo nunca fue soberbio ni agresivo, sino «siempre fue solidario, su mensaje siempre fue de paz», en alusión a monseñor Rolando Álvarez, a quien el pasado nueve de febrero el mismo Ortega lo tildó de «soberbio» por negarse a subir al avión para ser enviado a Estados Unidos. El régimen respondió a esta acción con una sentencia exprés y le despojó de su nacionalidad por ser considerado «traidor a la patria» y atentar contra la paz de Nicaragua.
Asimismo, Ortega dijo que no respeta «ni a los reyes ni a los papas» y tampoco a los obispos nicaragüenses. «¿Qué respeto le puedo tener a los obispos que he conocido en Nicaragua, si eran somocistas? Era un niño cuando pasó el funeral de (Anastasio) Somoza (García, en 1956) y los obispos enterraron a Somoza como príncipe de la Iglesia, es decir como si era un cardenal de la iglesia Católica», reprochó.