El padre Uriel Vallejos, desde el exilio, respondió a la pareja dictatorial de Nicaragua que lo declaró «prófugo de la justicia» que solicitó a la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) su captura. El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lo señala de «conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional» y propagación de «noticias falsas» a través de las tecnologías de la información.
El padre Uriel Vallejos, párroco de la iglesia Divina Misericordia en Sébaco, de la Diócesis de Matagalpa, se encuentra en el exilio tras sufrir asedio, acoso y persecución, y conocer que la orden de la dictadura Ortega-Murillo era detenerlo. Logró salir de Nicaragua por veredas para resguardar su libertad.
«¿Cuándo es el estreno de la película de la dictadura?», ironizó el sacerdote sobre la acusación contra el obispo Rolando Álvarez y su persona. «Señores, su poder no es eterno, caduca; pronto los veremos en la miseria a ustedes y sus secuaces», sentenció el religioso en su cuenta de Twitter.
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«No hay palabras en jerga nicaragüense para llamarlos; celebrando la Purísima, hoy acusando a un hijo de la Virgen María», añadió el sacerdote crítico de la dictadura nicaragüense que lo orilló a abandonar su patria para evitar ser apresado por la Policía del régimen.
La acusación judicial
A través de sus medios de propaganda, el régimen orteguista anunció —por medio de un comunicado del Complejo Judicial Central de Managua— que el obispo de Matagalpa estará en arresto domiciliario y programó la audiencia inicial para el 10 de enero de 2023.
Monseñor Álvarez fue secuestrado el 19 de agosto pasado mientras se encontraba en la Curia Episcopal de Matagalpa. En ese momento fue conducido a Managua donde supuestamente permanece retenido en la vivienda de un familiar.
Ortega y Murillo mantienen a una docena de religiosos encarcelados, a unos los han acusado de delitos comunes y a otros por «conspiración para el menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas», como es el caso del padre Uriel Vallejos y el obispo Rolando Álvarez.