José Manuel Narváez fue asesinado a manos de paramilitares quienes le dispararon y la bala atravesó sus costillas perforándole el pulmón derecho, según sus familiares. Este ocho de marzo cumplió 46 meses y el crimen continúa «en impunidad». La Asociación de Madres de Abril (AMA) continúa exigiendo justicia para Narváez y las demás víctimas del régimen.
«Mi hijo y todos los asesinados un 8 de julio del 2018 cumplen 46 meses de impunidad sus asesinatos. Mi corazón me duele, mi dolor e impotencia siguen vivas, mi sed de justicia sigue siendo hoy mi mayor anhelo. No nos rendiremos jamás», manifestó la madre del joven, quien era conocido como «Chema» en su natal Jinotepe.
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Narváez tenía 22 años cuando fue asesinado. Su padre José Alejandro Narváez lo describe como «una persona fuerte, muy sociable y solidaria. Empezó a participar en las marchas junto a sus viejos amigos del colegio después de las primeras protestas pacíficas, y luego en los tranques», donde fue asesinado durante una «operación limpieza» ejecutada por paramilitares.
El día que lo mataron, el joven había salido en moto a las seis de la mañana en dirección al hospital de Jinotepe, cuando en el camino lo llamaron del tranque San José, aparentemente pidiendo su presencia. Él se encaminó hacia el lugar pasando por la misma calle que había recorrido, sin saber que los paramilitares ya habían entrado a Jinotepe y habían barrido el tranque San José.
Su madre relata que «cuando empezó el ataque la gente oía los disparos, pero nadie podía salir de su casa. Estábamos incomunicados, no había internet ni electricidad y los teléfonos estaban descargados. No había manera de saber lo que estaba pasando. Durante el ataque veía que venía un mar de gente y que los muchachos se estaban desplegando. Alguien pasó por mi casa y desde la calle me gritó que a mi hijo lo habían matado». La madre de «chema» vio el cuerpo sin vida del muchacho en el Instituto de Medicina Legal, en Managua. Tenía múltiples escoriaciones.
Familiares de víctimas siguen buscando justicia
Tamara Morazán, integrante de AMA y hermana del joven Jonathan Morazán, afirmó en entrevista con Artículo 66 que «el régimen de Nicaragua no ha tenido ni la más mínima voluntad de dar respuesta a los casos de nuestros familiares, se nos ha negado el acceso a la justicia desde el día uno y la narrativa del Estado es que nuestros familiares eran delincuentes. Uno de nuestros principales retos ha sido luchar contra un régimen corrupto, que no nos ha dado respuesta alguna».
Continuó añadiendo que «para nosotros estos cuatro años significan dolor, significan frustración, pero sobre todo significan resistencia, han sido cuatro años en los que las madres de abril no hemos renunciado a la justicia y más bien nos hemos fortalecido, sabemos que el camino a la justicia puede ser a mediano o largo plazo. Nosotras como madres de abril tenemos la responsabilidad de que en Nicaragua nunca más vuelvan a cometer un delito contra los ciudadanos, tenemos ese deseo y ese compromiso con la memoria de nuestros familiares y con el pueblo de Nicaragua».
A su vez, reiteró que la asociación continúa manteniendo viva la memoria de los asesinados a por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo mediante «el museo de la memoria» que ha recorrido varios países de Centroamérica y Europea como un grito de justicia ante la comunidad internacional.