El exreo político Juan Francisco Palacio informó en exclusiva a Artículo 66 que fue dejado en libertad por las autoridades de migración de los Estados Unidos, logrando reencontrarse con su mamá, la también exiliada política Jasmina Fernández.
La travesía del joven opositor, originario de Managua inició el cinco de noviembre del 2021 y culminó el siete de enero de este año, cuando logró llegar a la frontera estadounidense. Estuvo seis día preso, siendo liberado el jueves 13 del mismo mes.
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El proceso de asilo político lo llevará fuera de la cárcel. Su primera audiencia para demostrar que es un perseguido político del régimen de Daniel Ortega será el 16 de marzo, en Houston Texas, donde actualmente se encuentra junto a su mamá.
«Gracias a Dios las autoridades me trataron bien, no me hicieron muchas preguntas, aunque la verdad tenía miedo que después de todo lo que tuve que pasar para llegar hasta aquí, me deportaran a Nicaragua, donde me pueden desaparecer o meterme nuevamente preso», refirió Palacio.
Extorción, amenazas de muerte y secuestro, las peores vivencias de Palacio
—Uf, fue complicado llegar hasta aquí, a Estados Unidos—, dice vía telefónica y ya aliviado el joven de 23 años, originario del barrio Jorge Salazar de Managua, quien tuvo que dejar el país luego de una serie de amenazas por parte de la Policía y fanáticos sandinistas.
La travesía, a como califica su viaje el integrante del Grupo de Reflexión de Excarcelados políticos (Grex) y del Movimiento UNA, 19 de Abril, estuvo colmada de amenazas de muerte, de cárcel, extorción y deportación por parte de agentes policiales e integrantes de cárteles.


«Llegué a la terminal de buses del mercado Israel Lewites en Managua, llegué a Chinandega y luego crucé a Honduras, seguí avanzando hasta la frontera de Honduras, En el trayecto habían muchos retenes de Policía y de carteles, la Policía de Honduras pedía dinero a los que íbamos cruzando, nos amenazaban que si no pagábamos nos regresarían a Nicaragua», narró el exrehén del régimen.
El joven opositor compartió el viaje con los exreos políticos María Guadalupe Ruiz Briseño y Leonardo Matus. Una vez llegados a México, estuvieron en Tapachula, donde imperan los carteles. «Sabemos que en México el Ejército y los cárteles trabajan juntos, por eso teníamos mucho miedo», narró.
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Según el joven exiliado, Ruiz Briseño y Matus no pudieron avanzar hasta Estados Unidos, porque las autoridades mexicanas no les dieron el permiso para circular por el país azteca. «Los otros dos exreos políticos se quedaron en México, esperando una oportunidad para avanzar, es peligroso, pero hay que correr el riesgo».
«Luego de despedirme de María Guadalupe y Leonardo viajé a Cancún y luego a Monterrey. Estando allí viajé en autobús por más de 10 horas hasta la ciudad de Acuña; en el camino habían más de 12 retenes, hombres encapuchados y policías de México nos sobornaban, nos amenazaban de muerte y nos decían que nos iban a romper nuestros documentos. Nos decían que nos iban a chingar, yo di hasta las monedas que andaba para que no me hicieran nada».


Pese a las situaciones hostiles que tuvo que pasar en el viaje de un poco más de dos meses, Juan Palacio logró llegar a los Estados Unidos. Entró al país norteamericano por la ciudad Acuña Coahuila, zona fronteriza con Texas, donde las autoridades estadounidense lo tuvieron preso por seis días, entregándoselo a su madre, el 13 de enero.
Víctima del régimen orteguista
Palacio fue dos veces secuestrado por la Policía al servicio del régimen de Daniel Ortega, primero, el 13 de julio del 2019 y luego el 24 de mayo del 2021. Según sus familiares, después del cinco de noviembre que salió del país, motorizados andaban preguntando por él, suponen que eran paramilitares.
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El líder estudiantil se suma a decenas de nicaragüenses que se han aventurado a dejar Nicaragua para preservar sus vidas, ya que la represión por parte del Gobierno de Daniel Ortega no se detiene, sino que continúan los arrestos arbitrarios.
«Ahora estoy con mi mamá —Jasmina Fernández—, con la esperanza de salir adelante y luchar para sobrevivir. Tenía mucho miedo que me secuestraran o deportaran, porque sé que si vuelvo a Nicaragua me espera la cárcel o la muerte», concluyó el exreo de conciencia.