La joven Alejandra Centeno, de 23 años, fue premiada por la Universidad de Loyola, en España, con el reconcomiendo Alpha Sigma Un, una medalla que solo se otorga a destacados estudiantes con buenas notas que tengan compromiso y vocación de servicio. Se nomina al 15% de los mejores alumnos de cada promoción y solo el 4% como máximo puede ingresar cada año.
Centeno es una de las estudiantes expulsadas de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) en la revuelta de abril 2018. Desde esa fecha se involucró en la lucha azul y blanco que demandaba la salida del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Alejandra Centeno cursaba el último año de la carrera de Ciencias Políticas, dice que también era una alumna sobresaliente, había ganado varios concursos de ensayo y narrativa. Además, fue la mejor estudiante de su clase durante todos los años que estuvo en la UNAN-Managua.
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«En el 2018 salgo un 19 de abril a protestar como muchos otros y en septiembre nos expulsan sin avisarnos, sin notificarnos, sin nada», dijo a Artículo 66.
«En el 2018 me expulsan y paso los siguientes dos años sumada a la lucha cívica, me volví parte de la Coordinadora (Universitaria) por parte de la Alianza Cívica en la mesa de negociación del segundo diálogo. Durante todo este tiempo he trabajado por los derechos humanos, la justicia y la democracia, pero hice especial énfasis en los estudiantes expulsados y la defensa del derecho al acceso a la educación superior», dijo Alejandra Centeno.
«Presentamos incluso un recurso ante la Corte (Suprema de Justicia) para apelar nuestra expulsión. Pasé dos años en Nicaragua dedicándome a eso. En Nicaragua no podemos vivir a como estamos», lamentó.
EL CAMINO A LA UNIVERSIDAD DE LOYOLA
Después de casi dos años sin continuar sus estudios universitarios, a finales de 2019 Centeno decidió enviar sus documentos a la universidad para aplicar a una beca. La institución le contestó que sí la iban a aceptar y que la esperaban en enero de 2020.
«En ese momento el corazón se hace chiquitito, me pongo muy feliz porque voy a volver a estudiar, pero tengo que entender que para estudiar tengo que hacer una renuncia y eso era alejarme de mi familia; salir (de Nicaragua) para ya no verlos», relató.
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La joven estudiante salió de Nicaragua hacia Costa Rica por puntos ciegos para abordar un avión a Madrid, España y emprender una nueva vida estudiantil para seguirse preparando. La segunda quincena de enero llegó a la capital española, ahí la esperaba una persona «de la familia azul y blanco» que la acogió dos días para luego recorrer casi 400 kilómetros hasta Córdoba, donde está ubicada la Universidad de Loyola.
«Luego llegué aquí donde está mi universidad y una funcionaria de la universidad me recogió en el tren, me llevó a mi casa de acogida que era un piso que pertenecía a la universidad y me han acompañado desde ese día hasta el día de hoy», explicó Centeno.
Alejandra Centeno posee una beca administrativa y económica, no paga matrícula ni gastos administrativos. Adicionalmente, cumple sus prácticas profesionales en el departamento de relaciones internacionales de su universidad por la mañana y en la tarde asiste a clases. También imparte clases de español a un grupo de personas que habla inglés
«Sería genial si el ejemplo de mi Universidad de Loyola fuera tomado por otras universidades de la región latinoamericana. Si comprendieran lo que supone la crisis del país para los estudiantes en Nicaragua y si abrieran sus puertas en solidaridad, podrían cambiar muchas vidas. Porque la mayoría de estudiantes expulsado son gente súper competente y comprometidos, pero muy pocos hemos encontrado estás oportunidades», finalizó Alejandra Centeno.