Entre los periodos de enero y agosto de 2021, las autoridades estadounidenses interceptaron en su frontera sur a casi 41,500 nicaragüenses que intentaban ingresar de manera ilegal al país norteamericano. Las principales causas de la migración se deben a la crisis sociopolítica y la crisis económica que enfrenta Nicaragua. Según reportes de organizaciones migrantes, en su mayoría, se trata de jóvenes estudiantes llegan en busca de oportunidades.
Anita Wells, miembro de la Alianza Nicaragüense-Estadounidense por los Derechos Humanos, afirmó en una entrevista a la cadena de televisión internacional France 24 que ese grupo poblacional está migrando en gran cantidad y que «muchos de ellos participaron en las protestas de 2018». Según ella, la represión hacia los opositores es la principal causa de esa ola migratoria desde Nicaragua.
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Pero no se puede obviar la crisis económica a la que el país estaría arribando a su cuarto año consecutivo, además del inadecuado manejo de la pandemia del COVID-19 en el que algunos ciudadanos han tenido que migrar a países centroamericanos para poder acceder a la vacuna, principalmente los jóvenes pues en Nicaragua apenas se entró al proceso de inmunización para personas mayores de 30 años.
La llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca y su promesa de una política migratoria «más humana» para los migrantes contribuyó, además, a esas olas de migraciones, refiere Wells.
«A quienes deciden abandonar Nicaragua les espera un viaje peligroso por Centroamérica y México. Es un recorrido marcado por los abusos de los coyotes, traficantes de migrantes que piden miles de dólares por sus servicios; la corrupción policial y el miedo a ser secuestrados por los cárteles», detalló Wells.
Testimonio de sobrevivencia
El joven migrante Ángel Rocha decidió abandonar Nicaragua debido a las amenazas de parte de los grupos alineados al régimen que lo tenían en la mira desde las protestas antigubernamentales de abril de 2018, estudiaba la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Politécnica y actualmente reside en Miami. Rocha hizo el viaje con otro joven hasta la frontera con Estados Unidos. Dice que no pagó a coyotes y que contó con la ayuda de nicaragüenses a lo largo de su camino.
«El miedo a que te detengan antes de salir de la frontera se duplica al salir del país. La incertidumbre es muy grande», afirmó el joven opositor, quien antes de emprender esa travesía estuvo encarcelado en Nicaragua durante 17 horas en septiembre de 2020, y cuenta que allí le dieron una paliza y le hicieron quemaduras con un encendedor. Tras perder el conocimiento, despertó con un pie pisándole la cabeza contra el suelo, en un charco de su propia sangre.
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Afirma que antes de tomar la decisión de salir del país pensó «soy joven y estoy en un país que va hacia un rumbo de violencia, crisis humanitaria, desempleo e inestabilidad».
Cuando Rocha logró entrar a suelo estadounidense se entregó a una patrulla fronteriza el 12 de julio. Tomaron sus huellas dactilares, le preguntaron si se sentía en peligro en su país y lo llevaron a un centro de detención de Texas.
Un compañero activista de Nicaragua le pagó el billete de avión para que fuera a acompañarlo a Miami, el lugar donde vive la mayor comunidad nicaragüense en Estados Unidos desde el inicio de la revolución sandinista en 1979.
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El joven migrante asegura que intenta acostumbrarse a su nueva vida y que se siente como «pagando una condena prácticamente, porque hay que empezar desde cero», expresó. «Estoy solo y siempre hay algo que te falta: tu familia, tus compañeros», dijo. Rocha se encuentra a la espera de resolver su solicitud de asilo, pues eso le impide trabajar, mientras tanto cuenta con el apoyo económico de su comunidad.