La vicedictadora de Nicaragua y vocera gubernamental de Nicaragua, Rosario Murillo, volvió a soltarse en improperios contra sacerdotes de la Iglesia católica a quienes llamó profetas del odio. Tampoco dejó en paz a los opositores, a los que tildó de delincuentes paupérrimos mientras acusó al periodismo independiente de promover la muerte durante las protestas populares de 2018, en el histórico barrio de Monimbó, en Masaya.
En su acostumbrado discurso, este miércoles, ocho de septiembre, a través de sus medios propagandísticos, Murillo intentó congraciarse con la comunidad indígena de Monimbó y se inventó su propia historia al asegurar que la población de esa comunidad no participó en las protestas de 2018, sino que fue gente llevada desde otros lados.
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La versión contada por la segunda al mando de la dictadura la expuso al recordar lo que ella llamó la «gesta heroica de la toma del comandito». Se refiere a una acción combativa realizada por los monimboseño el nueve de septiembre de 1979 cuando atacaron con armas de cacería un pequeño comando de la Guardia nacional del dictador Anastasio Somoza.
«Quisieron y no pudieron llenar de desprestigio a esa comunidad de Monimbó. Los mismos pobladores nos han dicho, cuando les preguntamos que qué pasó ahí, y nos decían que no conocían a los que estaban haciendo alborotos. Ese modelo que se aplicó, de pagarle a gente paupérrima de otros lugares que habían estado comprometidos en actividades delincuenciales para provocar caos, terrorismo y muerte», se atrevió a afirmar Murillo.
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La comunidad indígena de Monimbó fue una de las poblaciones que más resistió y sufrió las embestidas represivas de la Policía y los pelotones de paramilitares en la llamada operación limpieza. Los monimboseños, históricamente reconocidos como un pueblo aguerrido, pelearon con morteros artesanales calle a calle contra las bien armadas tropas policiales y paraestatales.
En aquel ataque del 17 de julio del 2018, que fue catalogado como «brutal» por diversos organismos de derechos humanos, la Asociación Nicaragüense Pro Derecho Humanos (ANPDH) contabilizó 44 personas asesinadas, la mayoría en Monimbó, el último bastión de la resistencia contra la dictadura Ortega-Murillo.
Desbocada contra sacerdotes de Masaya
Murillo igualmente hizo su propia historia de la represión en esa comunidad masaya y aseguró que los «paupérrimos de otros lugares» fueron apoyados por «algunos que ya sabemos quiénes son, se llamaban y llamaban a tocar las campanas para que saliera la gente a matar y morir, algunos que se creen sacrosantos, y se creen autoridad moral, y que se creen profetas cuando lo que han sido de verdad es visionarios de la maldad, diablo, como dice nuestro comandante Daniel (Ortega). Diablos, diabólicos que no sirven a Dios, que sirven a satanás, todavía, a estas alturas de la vida», acusó la vicedictadora.
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Agregó que «en esa comunidad histórica de Monimbó se dio esa invasión de gentes de otros lados que llegaron a pregonar la maldad reforzada con los parlantes de los que de santos y de pastores nada tiene. Cuánto sufrimiento llevaron a esas comunidades, las imágenes del policía ardiendo y un cura diciendo que lo hubieran ido a tirar al excusado», grito Murillo.
Al referirse al Día Internacional de los Periodistas, la portavoz se dejó ir contra los hombres y mujeres de prensa que no trabajan para su régimen. Los señaló de promover la muerte durante las protestas antigubernamentales y dijo que los comunicadores que no comulgan con su gobierno inventaban o promovían la violencia para vender al exterior las noticias de un país en caos.