En los últimos días, el transporte público en Nicaragua ha mostrado su deficiencia y el mal estado de los buses que circulan alrededor del país, lo que a la vez, deja en evidencia que el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, junto con la cooperativas, se enriquecen sin brindar un mantenimiento adecuado a las unidades de transporte.
El miércoles cuatro de agosto, un niño de cuatro años murió tras caer por un agujero del piso de la ruta 117 de Managua, en el que viajaba, junto a su abuela. Según una radio local, la unidad de transporte era conducida por Adolfo Alberto Gómez, de 56 años, quien se dio cuenta del incidente hasta que los pasajeros empezaron a gritar que se detuviera.
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A raíz de este lamentable suceso, los y las nicaragüenses han empezado a denunciar el mal estado de algunas unidades de transporte con el propósito de generar presión y sus demandas sean escuchadas.
El cinco de agosto, una usuaria de un bus de la ruta 110 de Managua compartió en la red social Facebook, que una puerta trasera del bus se desprendió. «El día de hoy me dirigía en una 110 camino al mercado Iván Montenegro, con mi madre todo el camino notamos que una de las puertas traseras no cerraba bien (…) cuando el bus se detuvo una señora le dijo a un adulto de la tercera edad que tuviera cuidado, pues podía resbalarse y salir por la puerta mala, y zas que se cae la puerta» detalló la ciudadana.
En la misma publicación la joven hace un llamado a las autoridades correspondientes a chequear las unidades de buses, pues es un deber en el caso de la capital, que el Instituto Regulador de Transporte del Municipio de Managua (Irtramma) y la Policía de Tránsito inspeccionen los automóviles. Asimismo, les recordó a las cooperativas de transporte que es obligación de ellos brindar mantenimiento a estas unidades de transporte colectivo.
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Por otra parte, este seis de agosto una ciudadana que prefirió no identificarse, denunció ante Artículo 66 que un bus de transporte interurbano de Masaya – Chinandega, se recalentó y los pasajeros tuvieron que bajarse para evitar daños mayores.
Todas estas situaciones solo remarcan la deficiencia del transporte colectivo del país y que sobre todo, los encargados de la seguridad vial permiten que buses en mal estado y desfasados circulen alrededor del territorio, exponiendo a la población.
La polémica por el mal estado de los buses del transporte público se agudiza cuando se observa que las unidades son usadas por el partido gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para trasladar a sus simpatizantes y que los vehículos han sido convertidos en rótulos andantes de proselitismo partidista de esa organización política. El régimen también le saca provecho a los buses ubicando publicidad en los mismos, mediante la empresa Difuso, propiedad de Juan Carlos Ortega Murillo, hijo de la pareja gobernante.