Por: Victoria Obando
Eran las cuatro de la tarde del 27 del mayo 2018, cuando Jhon Cerna «El Tigrillo» se acercó a Yaritza y a mí, para proponernos la toma de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Consultamos en una reunión de emergencia a todos los coordinadores de los portones de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), que teníamos tomada. La ayuda no se hizo esperar, hubo muchos estudiantes voluntarios en disposición y apoyo a esta iniciativa. También personas que se negaron a participar del hecho, pues pensaron que era un acto suicida.
Pasamos el resto de la tarde bajo planificación, gestión de recursos e insumos médicos, así como voluntarios médicos, estudiantes del mismo Recinto Universitario Rubén Darío (RURD). Al caer la noche, seguimos trabajando incansablemente llenando una camioneta de provisiones para los días de atrincheramiento, pues la idea era esperar el 30 de mayo, la marcha del día de las madres, que se convertiría después en la madre de todas las marchas, de quienes esperábamos fueran ellas las que llegaran a la universidad ese día y continuar juntos la marcha por la capital. El trabajo se nos hacía difícil, esa noche llovió a cántaros y necesitábamos cargar sacos con tierra para armar las barricadas.
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La mayoría estábamos conscientes que era un acto riesgoso, donde podíamos perder nuestras vidas, pero pudo más el amor por nuestro país y la causa, que estuvimos dispuestos a perderla. Todos los involucrados, bajo desvelo, haciendo la lista de las personas quienes íbamos a estar dentro de la UNI, notificando a los contactos necesarios sobre nuestro cometido, previendo rutas de escape y haciendo recuento de los medios de comunicación para cubrir el evento. A las cinco de la mañana estaba ya todo listo, mis compañeros estudiantes se montaron en un camión Fuso, mientras los demás íbamos en una camioneta. Sentimos miedo, pero la adrenalina nos hacía olvidarlo todo.
Al llegar al parqueo trasero del recinto, dos guardas de seguridad intentaron detenernos, nosotros le hacíamos señas con la mano que se apartaran, pero ellos insistieron en no dejarnos pasar, procedimos a bajarnos de los autos y quitar las barras de seguridad que estaban en la entrada. Sentíamos conquistar un terreno que sabíamos era nuestro. Estando en las cercanías del edificio Instituto de Estudios Superiores (IES), comenzamos a lanzar morteros al aire, anunciando nuestra llegada, de pronto vimos a un hombre que se dirigía a su automóvil, mientras caminaba cerró el puño de su mano derecha y lo elevó en alto, sentimos que él estaba esperando a que esto ocurriera y nos inspiró confianza y fuerza.
Estando dentro comenzamos a evacuar a todo el personal, de manera responsable a que nadie saliera lastimado, tomamos fotografías de los murales adentro del recinto, las cuales perdí cuando caí presa y la Policía me robara mi celular.
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La toma de los recintos universitarios fue siempre bajo el criterio de respaldo a la población nicaragüense y presión contra el gobierno de Nicaragua. Así también, exigir a la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) transparencia en la rendición de cuentas del 6% constitucional y la despartidización política de esa organización estudiantil; brazo derecho de los Ortega-Murillo dentro de las universidades públicas.
A pesar de brutal ataque de paramilitares, de uniformados de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía (DOEP) y francotiradores, ese día solo hubo heridos. Al parecer, al Gobierno le urgía proteger la maquinaria de desarrolladores y administradores de sitios web del país que se encuentran en ese recinto. Sacerdotes de catedral ayudaron a mediar para la evacuación. Al Tigrillo pasó rosándole una bala en la cabeza, la cual le dejo una cicatriz para toda la vida.
El 28 de mayo de 2021 se cumplieron tres años de aquella riesgosa aventura. Muchos nos preguntamos si ha valido la pena, pues «El Tigrillo» está preso y nosotros pagando graves consecuencias por nuestro involucramiento, la mayoría de las voces de estudiantes y jóvenes que hemos estado en la primera línea de luchas sociales hemos sido desplazados por personas de la política tradicional quienes nos han cerrado las puertas obstaculizando nuestra participación y propuestas.
Desde las mazmorras del régimen, «El Tigrillo» sufre, durante el día el intenso calor que te hace sentir estar en una sauna, con escaso aire para respirar, en una celda de 2 metros de ancho, 3 de largo y 2.5 de alto, y con dolores de cabeza por los gritos y ofensas de los oficiales del penal, durante la noche un temible frío y ataque de zancudos hambrientos. No le queda más que contemplar a las cucarachas que entran y salen por el orificio donde hace sus necesidades fisiológicas.
Se pregunta, por qué después de tanto sacrifico no pudieron las mentes y corazones de quienes están dirigiendo la oposición, lograr la afamada «unidad» que todos esperábamos.
¿Cuál es el lugar que ocupamos las juventudes de este país? ¿Ser siempre carne de cañón? ¿Cuánto tiempo más tardarán en salir ellos, los presos políticos? La incertidumbre lo carcome por dentro. Le duele enterarse que se usa su nombre y el de otros, los muertos, en los discursos políticos cargados de sed por poder. Se avergüenza de quienes han traicionado a la patria dando la espalda a las víctimas de abril, a las AMA (Asociación Madres de Abril). Aquellos que se han olvidado de exigir justicia.
A nosotros sus amigos, nos duele lo que él está sufriendo, aunque sabemos que es fuerte y va a resistir a esto. «El Tigrillo» es capaz de cometer cualquier locura por amor y aquí dejo un ejemplo de ello.
Claro que valió la pena, llegara la victoria, llegara.
Vale una misa paris?