Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, exhortó al pueblo nicaragüense a no rendirse ante las dificultades, «ante un panorama sombrío que se nos podría presentar para desesperanzarnos, para que claudiquemos en la esperanza…». Las palabras de ánimo por parte del religioso llegan luego que el 12 de mayo la oposición puso sello a la división, lo que abre paso a que Daniel Ortega se presente con ventaja en las elecciones del siete de noviembre frente a adversarios fragmentados.
En la homilía celebrada este domingo, 16 de mayo, en la Catedral San Pedro Apóstol, de Matagalpa, Álvarez insistió en que «no todo está perdido», pese a que todo apunta que el dictadora Daniel Ortega seguirá reprimiendo a Nicaragua por otros cinco años.
«Quien piense que en Nicaragua todo está perdido, ya claudicó ante la desesperanza, ya se venció ante la desesperanza, que es, cómo tantas veces les he dicho, una tentación del maligno, porque un pueblo sin esperanza es un pueblo que está sepultado, es un pueblo que está vencido, porque no tiene ilusión, sus sueños se le han truncado».
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También dijo que si no hay esperanza en que se saldrá de la crisis que vive el país, el pueblo nicaragüense se convertirá en un pueblo fracasado. «Por eso también hemos insistido en soñar (…) un sueño que indica trabajo, esfuerzo por construir nuestra nación, por construir una nueva Nicaragua y quienes los que la tenemos que construir somos todos nosotros».
«Cuidado le dejamos esa tarea a lo que normalmente o tradicionalmente se ha llamado la clase dirigencial, porque el trabajo de construir nuestra nación es deber de del pueblo, nos pertenece al pueblo y a los que somos pueblo de Dios, porque Dios está de nuestra parte y si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?», agregó.
Insiste en la Unidad
Álvarez llamó a la unidad del pueblo nicaragüense «para poder enfrentar las dificultades. Unidad entonces en la fe, unidad entonces en los principios morales y unidad también en los valores cívicos, porque somos ciudadanos, hijos de una nación y esos calores cívicos pienso que se pueden sintetizar en un amor profundo a la patria».
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«La patria que no es solo el conjunto de la tierra, con sus cultivos, de la historia que está detrás de cada uno de nosotros como país, sino también la patria que es nuestra identidad, nuestra nicaraguaneidad, nuestra culturas, nuestras tradiciones, nuestra idiosincrasia, nuestro ser nicaragüense», insistió el jerarca.

El obispo concluyó en que se debe amar a Nicaragua y enfrentar las situaciones que con la que los ciudadanos se enfrentan cada día «La patria es todo lo que somos, es lo que somos como pueblo, hijos de esa misma tierra a la que amamos, a la que veneramos real, afectiva y efectivamente. La amamos con el corazón y la amamos con convicción».
En las últimas homilías, el también mediador en la mesa del primer intento de diálogo nacional ha exhortado a la población a no desfallecer y a seguir firmes, y a los partidos políticos y aspirantes a la Presidencia los ha llamado ser «verdaderos hijos de Nicaragua» y a trabajar por el restablecimiento de la democracia.
Así es amado Álvarez, Nicaragua no se rinde