En un acto insólito, la Policía de Daniel Ortega, que en los últimos tres años ha desatado una feroz persecución y asedio contra todo lo que huela a oposición contra el régimen sandinista, la mañana de este martes, 11 de mayo, replegó a un grupo de jóvenes de la Coalición Universitaria, que integran la Coalición Nacional, que intentaron acercarse a la casa nacional del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) para exigirles que se unan al otro bloque antigobierno.
Al menos dos patrullas de antimotines y varios uniformados de azul celeste, con chalecos negros, sacaron a empujones del perímetro a los jóvenes que gritaban a la dirigencia de CxL que no se prestaran a la división, promovida por la dictadura de Ortega.
Uno de los jóvenes que andaba al frente de la protesta es Ariel Sotelo, dirigente del sector juvenil y estudiantil que está integrado en la Coalición Nacional. «Igual que el régimen (de Ortega), la señora Kitty (Monterrey) tiene defendiendo a policías, su sede. Esto deja evidenciado qué es lo que están haciendo…», denunció Sotelo mientras era empujado por los mismos oficiales que vigilan y persiguen a opositores.
Uno de los jóvenes entrevistados por los reporteros pidió en tono desesperado a CxL «que se unan, que lo hagan por Nicaragua, el pueblo sufre hambre. Pregonan unidad y no se unen. Que se unan. Aquí venimos los jóvenes de la Unidad (Azul y Blanco) y otras plataformas como la CUD para que se unan», suplicó.
Por su parte, el vicepresidente de CxL, Adán Bermúdez, después de la embestida policial a los jóvenes de la Coalición, salió ante los medios de comunicación a decir que los jóvenes habían sido reprimidos porque llegaron a protestar y que todos saben que la Policía no deja protestar, pero no porque los uniformados estuvieran protegiendo a su organización política.
Ante los cuestionamientos de los periodistas de por qué no abrieron los portones para que los jóvenes no fueran empujados por la Policía, Bermúdez se justificó diciendo que la verja siempre permanece con llave para evitar que las fuerzas represivas entren a sus oficinas, porque ya lo han intentado.