La vicedictadora de Nicaragua, Rosario Murillo volvió a insistir en su nuevo eslogan propagandístico y preelectoral de que «la paz es el camino» y dijo que quiere que el país viva en fraternidad y sin odio, mientras, por otro lado el Gobierno, que presiden ella y su esposo, Daniel Ortega, ordenan a la Policía a su servicio, mantener bajo un opresivo asedio a la oposición y sus paramilitares realicen secuestros de activistas contrarios al régimen.
En la alocución de este 22 de abril, a través de sus medios de propaganda gubernamental, Murillo también se quejó de lo que llamó «indiferencia», sin decir a quiénes le atribuye ese «mal», a los programas de su gobierno, que ella vende como obras de progreso que son «una bendición de Dios», utilizando, como es su costumbre, el alto apego religioso de la población para tratar de mostrarse cercanos con la ciudadanía.
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«Es la hora de pensar en los demás, es la hora de dejar la indiferencia y los odios, y también la dependencia, la hora de la dignidad nacional, de entendernos entre nicaragüense, y unos y otros, fortalecer la paz, como único camino, eso es lo inteligente, es lo sabio, es lo sereno, y es lo que fortalece el bien de todos, el bien común», dijo Murillo.
Al referirse a sus programas gubernamentales, Murillo hizo mención de la apertura de nuevas estaciones de bomberos que «son trabajos bendecidos, (porque) nada se mueve sin la voluntad de Dios, (son) obras de la voluntad de Dios», reiteró.
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La portavoz reprochó que «cómo puede ser indiferente usted ante esto, estos programas que representan la capacidad, el reconocimiento de tanta gente empobrecida, por los que van por la vida con la nariz para arriba. No a la indiferencia, no al egoísmo, sí a la vida fraternal, solidaria, evolucionaria en esta Nicaragua».
Mientras la vicedictadora, en sus discursos diarios habla de paz, de abandonar «los odios» y de vivir en fraternidad, en Chinandega, el 18 de abril, una turba de fanáticas sandinistas irrumpieron en una iglesia par interrumpir una misa en memoria de uno de los asesinados en la represión de abril de 2018. Al día siguiente, el 19 de abril, el grupo Monitoreo Nacional reportó 120 asedios policiales y paramilitares en casas de opositores, así como la retención ilegal por parte de la Policía de al menos seis personas contrarias al Gobierno.
El 20, Murillo vuelve a repetir varias veces en su discurso su consigna de «la paz es el camino», pero ese día fueron secuestrados, a punta de pistola, por paramilitares del Gobierno, siete opositores que se disponían a realizar una muestra de protesta en Managua y esa tarde, en Estelí, un fuerte dispositivo policial cercó el atrio de la catedral de esa ciudad para impedir la realización de otra misa en memoria del asesinado Franco Valdivia, y además agredieron físicamente y se llevaron presas en medio de gran violencia a los familiares del fallecido.
El miércoles, 21 de abril, tropas antimotines rodearon la Iglesia San Miguel, de Masaya, para asediar la misa en honor al joven Álvaro Gómez, víctima de la represión y en ese lugar, a vista y paciencia de la Policía comandada por el propio jefe policial de ese departamento comisionado Luis Barrantes, un fanático sandinista agredió al periodista de Artículo 66 Noel Miranda.