El obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, dedicó su homilía de este domingo, 28 de marzo, o domingo de ramos, a contextualizar el inicio de la Pasión de Cristo con el sufrimiento del pueblo de Nicaragua, bajo la opresión de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario murillo.
El obispo Báez, quien se encuentra en el exilio producto de su posición crítica hacia el régimen impuesto en Nicaragua por el matrimonio Ortega-Murillo, recordó que la pasión y muerte de Jesús es «la historia de Dios entrando en el dolor del mundo, despojado de todo poder y de toda gloria mundana. Es la historia de Jesús que bajó hasta la cruz, al lugar en donde eran condenados a muerte los blasfemos y los delincuentes más peligrosos».
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El líder religioso simbolizó los sufrimientos del hijo de Dios con los sufrimientos del mundo actual y de Nicaragua bajo el régimen de Daniel Ortega al expresar que «el Señor Crucificado sigue sufriendo en los calvarios del mundo, allí donde se irrespeta la libertad y la vida de las personas, en los pueblos oprimidos por poderosos desquiciados y en las sociedades empobrecidas a causa de la injusticia y la corrupción».
Y haciendo un parangón entre la historia bíblica y lo que se vive en Nicaragua dijo que «en un mundo de mentiras, quien dice la verdad es perseguido y silenciado. En un mundo de injusticias, el justo es repudiado y hasta condenado a muerte. Sin embargo, a pesar de los riesgos que corría, Jesús no se echó atrás y se mantuvo fiel a Dios y a su voluntad. Su muerte entró a formar parte del designio divino, no como algo impuesto y decidido de antemano, sino como consecuencia de su obediencia al Padre y de su amor apasionado por la humanidad».
«Jesús sigue clamando y sufriendo en las personas y los pueblos crucificados. Por eso, acogemos a Jesús acercándonos, escuchando el grito de las víctimas y siendo solidarios con sus exigencias de justicia. Llorando con quien llora y siendo compasivos con quienes sufren, entramos, como decía Santa Teresa de Jesús, a formar parte del bando de Crucificados», reflexionó el Obispo Báez.
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Asimismo, el Obispo Báez, recordó que Jesús fue «continuamente asediado, perseguido y amenazado por los poderosos de su tiempo, (porque) había resultado incómodo para quienes habían hecho de la religión un negocio, convirtiéndola en un modo fácil de ganar dinero, dominar a la gente y gozar de prestigio. Había resultado insoportable para quienes tenían el poder político y explotaban y sometían al pueblo».
El religioso rememoró la traición a Jesús por sus seguidores, que permitió que fuera capturado y sometido a jueces injustos donde, «acusado por testigos falsos en un juicio lleno de irregularidades, torturado en modo inhumano y condenado a la muerte más horrenda clavado en una cruz».