La estrategia del régimen Ortega-Murillo es tratar que todas las acciones represivas sean vista por la población como actos a favor de la paz y democracia.
Entre 2018-2020 ha habido una explosión de despidos, trabajo informal y pobreza. En paralelo, se ha impuesto un estado de excepción de hecho, la militarización del espacio público, la represión y la criminalización de los líderes sociales gana terreno en el país.
El régimen ha tomado conciencia que es imposible controlar a la población solamente por la fuerza de la represión y, por lo tanto, quiere controlar las actitudes y las opiniones a través de las mentiras, el ocultamiento y la manipulación para que la gente se quede alejada del poder.
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El poder dictatorial es fuerte cuando sus actos permanecen en la oscuridad, no transparentes. Cuando se le expone a la luz solar, comienza a disiparse, a perder poder. Desde hace mucho tiempo se sabe que el pueblo tiene la capacidad de eliminar al poder dictatorial, por eso la dictadura quiere mantener a la gente en la oscuridad.
En esta fase de turbulencias sociopolíticas, la buena noticia es que los movimientos sociales continúan en resistencia. No hay que perder la brújula de la lucha frente a un régimen inepto, violento y corrupto.
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El periodismo independiente y los defensores de los derechos humanos hacen que el poder autoritario sea desnudado para evitar que la sociedad se someta dócilmente al dictador que actúa en secreto, entre bambalinas. Ambos, periodistas y defensores de los derechos humanos, levantan el velo de los secretos del poder, levantar el velo puede hacer que la dictadura desaparezca.