El ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, lamentó hoy durante el Foro Iberoamérica que se celebra en Madrid, la falta de presión internacional contra el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. El diplomático llamó «dictadura sanguinaria» al régimen orteguista, que según el informe preliminar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha dejado al menos 327 víctimas mortales.
Borrell aseguró que la crisis que se vive en Nicaragua desde el 18 de abril preocupa y ocupa al Gobierno español y recordó al canciller orteguista Denis Moncada que tanto el Gobierno de Pedro Sánchez y la Unión Europea (UE) han expresado un absoluto rechazo a la represión que ha desencadenado la dictadura de Ortega.
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Estas fuertes declaraciones del diplomático español fueron realizadas a pocos días de que se produzca la Cumbre Iberoamericana de Antigua, en Guatemala, donde el presidente español Pedro Sánchez tiene previsto reunirse con Daniel Ortega. El dictador nicaragüense no ha participado en las últimas cumbres iberoamericanas y su posible participación entrarían dentro de la estrategia de dar una imagen de normalidad y tratar de acercar posturas internacionalmente donde ha sido criticado fuertemente y señalado como violador de los derechos humanos.

Entre los nicaragüenses radicados en Guatemala y otros países centroamericanos la posible participación de Ortega en esta cumbre ha generado repudio y se ha insinuado una posible acción de protesta en contra del tirano nicaragüense, que en los últimos meses ha desatado una brutal masacre contra ciudadanos desarmados y ha desplegado una estrategia represiva que incluye la prohibición del derecho a la manifestación en las calles, secuestros, torturas, desapariciones y juicios amañados contra todo lo que huele a oposición.
El diplomático español respondió de esta manera al ex vicepresidente y premio cervantes Sergio Ramírez quien señaló que solo la presión internacional puede forzar un proceso democrático en Nicaragua. Borrel descartó una acción de fuerza «desde fuera o desde dentro»; y reveló que han fracasado los intentos de mediación con la dictadura orteguista.
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«La única solución sería que la comunidad internacional impusiera una presión, unas sanciones, en el límite, pero eso tampoco voy a decirle que esté en el futuro inmediato en la pantalla del radar, desgraciadamente», finalizó el diplomático español.
Por su parte Ortega, quien partició el jueves, ocho de noviembre, en un acto con sus aliados de la Alianza Bolivariana (ALBA), atacó con su vieja retórica a la Unión Europea, a quien señaló, igual que a Estados Unidos, de pretender imponer su política “intervencionista” y “colonialista”.