Mientras el Senado de Argentina debate en sesión maratónica el proyecto sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo, las organizaciones de mujeres en Centroamérica se llenan de esperanza en que la llamada ‘marea verde’, en alusión al color del pañuelo de la campaña, llegue hasta la región como una realidad para las mujeres.
Las feministas de la región dicen “no ser ingenuas y estar conscientes” de enfrentarse a contextos adversos antidemocráticos con gobiernos autoritarios y machistas; ausencia de Estados laicos con políticas públicas marcadas por fundamentalismos religiosos y el reciente incremento de los llamados movimientos anti derechos.
Aún cuando el tema del aborto, como un derecho de las mujeres, ha sido una de las luchas emblemáticas de los movimientos feministas en Centroamérica, la realidad no ha cambiado mucho. En El Salvador, Nicaragua y Honduras está penalizado. En este último, incluso, es imposible recurrir al anticonceptivo de emergencia conocido como la “píldora del día después” al igual que en Costa Rica, que junto a Guatemala, el aborto terapéutico es permitido de forma restringida para salvar la vida de una mujer.
Este marco legal no ha impedido que en Centroamérica las mujeres se realicen abortos clandestinos en condiciones inseguras y de insalubridad lo que dificulta el acceso a cifras que evidencien el panorama. La demanda del aborto legal no solo pasa por condiciones seguras y salubres, sino que además se enfrenta al estigma y discriminación social.
Nicaragua: “Es una punta de lanza”
“Nos alienta mucho porque esto es una punta de lanza para tener más argumentos. Un país cualquiera que tiene una incidencia, un diálogo con su gobierno y eso hace que los parlamentos aprueben la despenalización del aborto, al restante de los países que no tenemos esa posibilidad, nos alienta y lo tenemos que tomar en cuenta”, dice Luz Marina Torres, del Movimiento Feminista de Nicaragua.
Mayte Ochoa, del Grupo Estratégico para la Despenalización del Aborto, resalta que en este momento esa lucha está en pausa debido a que el país se encuentra en una situación de crisis nacional en la que lo primordial “es sacar al gobierno dictatorial de Daniel Ortega. Nicaragua está en crisis, pero el Movimiento Feminista Latinoamericano y en especial el de Argentina nos da una esperanza que cuando logremos sacar a esos que se asumen gobierno, vamos a tomar la lucha con la fuerza que se ha levantado Nicaragua contra un gobierno que asesina”.
El Salvador: “Un momento histórico”
La situación más extrema frente a este contexto la vive El Salvador. Tiene una de las leyes más restrictivas de Centroamérica que afecta directamente a “las mujeres que viven en situación de pobreza, con baja escolaridad y que van al sistema público de salud”, de las cuales 24 han sido judicializadas y apresadas por presuntamente haber abortado.
“Para nosotras la marea verde y todo lo que ha significado este proceso nos deja la certeza que estamos haciendo historia. Es un momento histórico y todas estamos pendientes del debate. Pero antes de cualquier resultado, sabemos que estamos haciendo historia y si resulta favorable va a ser una cascada”, apunta Sara García, de la Agrupación ciudadana por la despenalización del aborto de El Salvador.
García dice estar consciente y haberse demostrado con ejemplos en países como Paraguay y México que “penalizar y restringir no es la solución, que eso no impide que sucedan abortos. Los abortos van a suceder de manera clandestina, generando consecuencias para las mujeres”.
Guatemala: “Empodera a las centroamericanas”
Una aseveración que podría ponerse en evidencia con la realidad de Guatemala, donde la ley permite el aborto inducido para salvar la vida de una mujer, sin embargo casi 65 000 abortos inducidos se realizan anualmente. Cada año, alrededor de 21 600 mujeres son hospitalizadas y 660 mujeres mueren por complicaciones de aborto inseguro, según la organización Women on Waves.
Por ello, Alejandra Teleguario, de las Niñas Lideran Guatemala, considera que la participación en eventos como la III Reunión de la Conferencia Regional de Población y Desarrollo en América Latina y El Caribe hace incidencia y pone en la agenda la situación de la mujer con respecto al aborto.
“Nosotras levantamos la voz por aquellas que no pueden hacerlo y estamos poniendo en la mesa situaciones que nos han aquejado por muchos años, por eso creo que el apoyo de nuestras hermanas de Sudamérica es un proceso tan trascendental que nos va empoderando a las centroamericanas”, explica Teleguario.
Honduras: Ausencia de políticas públicas
Regina Fonseca, psicóloga del Centro de Mujeres Feministas de Honduras, cuestiona el papel de la clase política en la región que aprueba leyes cuyo único objetivo, según indica, es congraciarse con ciertos sectores que anteponen sus creencias religiosas frente a la vida de las mujeres.
“Somos los países que tienen en nuestra región la mayoría de leyes restrictivas contra el aborto. En esto estamos muy mal que a la clase política esto le resulta muy rentable porque defender leyes restrictivas es congraciarse con sectores conservadores religiosos. Es moralizar a una sociedad descompuesta”, apunta.
Para Fonseca en la región “asistimos a un momento de convulsión con gobiernos que se constituyen en obstáculos para los derechos humanos. Muchas veces las centroamericanas no tenemos optimismo y esperanza por la luchas que libramos y se debe a que hay cosas como un Acuerdo Ministerial en Honduras, firmado por un ministro de facto, que penaliza el aborto”.
Y reflexiona que las feministas vienen de una “historia atropellada en el ámbito de los derechos sexuales y derechos reproductivos” frente a gobiernos que aunque “han diseñado estrategias, estas no guardan correlato real con la situación de salud” en franca alusión a la calidad o el nulo servicio de salud pública que no reciben las mujeres, siendo las empobrecidas las mayores víctimas.