El encargado de negocios del Vaticano en Nicaragua, monseñor Marcel Diouf, abandonó el país centroamericano este viernes, 17 de marzo, con dirección al vecino del sur Costa Rica. Esto después de que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo decidieran romper relaciones con la Santa Sede.
Una fuente diplomática informó esta decisión de la iglesia católica al medio digital Confidencial, asegurando que la Nunciatura en Managua queda cerrada y el edificio estará a cargo del Gobierno de Italia, a través de su embajada en Managua. Diouf era el último funcionario del Vaticano en Nicaragua..
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El religioso y diplomático fungía como encargado de negocios luego de que el régimen decidiera expulsar al nuncio apostólico, Waldemar Stanislaw Sommertag.
Fue despedido el jueves, 16 de marzo, por representantes de la Unión Europea (UE) y de las embajadas de Alemania, Italia y Francia en Nicaragua. El embajador alemán Christoph Bundscherer dijo durante este encuentro que, «nos despedimos de un amigo y colega de mucha experiencia. Le deseamos lo mejor para su futuro».


«Marcel transmitirá el mensaje al Santo Padre. Lamentamos el cierre de la Nunciatura. Junto a la Iglesia católica, los representantes de la Unión Europea en Nicaragua también defenderemos siempre los valores cristianos de libertad, tolerancia y dignidad humana», añadió el representante de Alemania.
El régimen confirmó la inminente ruptura luego que medios de comunicación nicaragüenses dieran a conocer que la representante de la dictadura ante la Santa Sede comunicó la decisión, de forma verbal, a la Secretaría de Estado del Vaticano. El medio digital Confidencial reveló la información indicando, además, que el régimen dio una semana al representante de la Nunciatura para que abandone el país.
Nicaragua estaría dando por suspendidas más de un siglo de relaciones ininterrumplidas con el Vaticano. Las relaciones entre ambos Estados fueron formalizadas en 1908.
Ante esta decisión, la oposición ha comparado al Estado de Nicaragua con países como Corea del Norte, China, Vietnam y Arabia Saudita que no tienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, consideran que esto los coloca «a la par de Estados con regímenes totalitarios y sus políticas».