Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, basó su homilía de este primer domingo de cuaresma en el evangelio de San Mateo Mt 4,1-11, donde se narra las tres tentaciones que al inicio de su ministerio sufrió Jesús por el diablo; tentaciones en las cuales no cayó y pudo afrontar el deseo de dominar.
«El evangelio de Mateo nos ayuda hoy a entender las tentaciones de Jesús, que también son las nuestras», exhortó el religioso desde la iglesia Santa Agatha en Miami, Estados Unidos.
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Referente a la primera tentación, donde el diablo retó a Jesús a convertir las piedra en pan, el prelado señaló que el hijo de Dios «no cayó en la tentación de dejarse llevar por el instinto y el deseo de tener».
Explicó que en la vida del ser humano es necesario comer para vivir, «pero los anhelos más hondos del ser humano no se apagan solo alimentando el cuerpo y dejándonos arrastrar por nuestros instintos».
Insistió en que la satisfacción de las necesidades materiales es importante, «pero no es suficiente». «Nos volvemos más humanos y felices solo cuando alimentamos la vida escuchando la palabra del Padre que nos llama a vivir como hermanos», indicó. Báez.
Luchar y denunciar, la fórmula
En cuanto a la segunda tentación, donde el «maligno» llevó a Jesús a lo más alto del templo de Jerusalén y lo retó a lanzarse en el vacío, citándole el libro de los Salmos que asegura que vendrían los ángeles para tomarlo en sus manos, monseñor Báez recordó que nuevamente Jesucristo no cayó en la tentación.
«Jesús no cayó nunca en la tentación de aprovecharse de Dios para ahorrarse el esfuerzo humano de vivir con responsabilidad, sino que asumió la vida confiando siempre en su amor, aún en los momentos más oscuros y difíciles», expresó.
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Añadió que la vida cotidiana es ardua y exigente y que no se puede esperar «todo de la providencia divina». Además dijo que frente a los graves problemas de la sociedad, «no podemos caer en la pasividad».
En base al ejemplo de Jesús que resistió la tentación, el obispo exhortó a la feligresía a no pretender que todo caiga del cielo, «ni vivir ilusionados con soluciones milagrosas. No basta rezar. Hay que comprometerse, arriesgarse, denunciar y luchar, aunque confiando sin cesar en el amor de Dios que no nos abandona y siempre despliega su fuerza en nuestra debilidad».
Insta a no doblegarse
Referente a la última tentación que le hizo el diablo a Jesús, donde lo llevó a un monte y le mostró «la grandeza de todos los reinos del mundo» afirmándole que si le adoraba todo se los entregaría, el sacerdote citó que Jesús «no se doblegó ante el poder y la gloria que el diablo le ofrecía»
Aludiendo a la realidad que vive Nicaragua, donde el régimen de Daniel Ortega ha tratado de imponerse sobre los ciudadanos, el jerarca señaló que «el deseo de imponernos y dominar está presente en todos los seres humanos».
«Es grande la tentación de someter, de tener a los demás debajo de nosotros y de que todos obedezcan a nuestros deseos. No nos volvemos más humanos asumiendo la competencia y la rivalidad como estilo de vida, ni somos más felices teniendo más poder o prestigio (…) Los más nobles ideales sociales se envenenan a causa de las luchas internas de poder», añadió.
Sin mencionar a los dictadores de Nicaragua, pero que se imponen a través de la fuerza, Silvio Báez hizo hincapié en que «el poder es un ídolo mortífero, delante del cual los tiranos se postran y al cual le ofrecen como sacrificio la libertad y la esperanza de los pueblos».
Recordó que «el diablo le revela a Jesús que el poder, las riquezas y las glorias mundanas son suyas y que él las da a quien lo adora, por eso, quien tiene poder mundano es un ministro del diablo —y— quienes usan del poder para excluir, someter y oprimir, sirven al diablo y viven arrodillados ante el diablo».
Báez concluyó su homilía llamando a no dejarse engañar «por el mal que se nos presenta atractivo y disfrazado de bien (…) Despojémonos de tantas cosas, deseos y relaciones que nos están dañando no solo a nosotros sino también a los demás».