En la homilía de este domingo, desde la iglesia Santa Agatha en Miami, Estados Unidos, monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, exhortó a la feligresía católica a vivir un verdadero cristianismo.
Basándose en la parábola de Jesucristo en el Evangelio según San Lucas 18:10, acerca de la oración del fariseo y el publicano, donde el primero se jactaba de su religiosidad y dadivas, el prelado señaló que «sin darnos cuenta podemos falsear y pervertir la práctica religiosa».
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Aludiendo a la cuestionada religiosidad de los dictadores de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes afirman creer en Dios y ser católicos pero atacan y persiguen a la misma Iglesia católica, el obispo señaló que «hoy hay muchos políticos que manipulan y se sirven de la religión y se vuelven como el fariseo».
«Invocan a Dios y le dan gracias por las supuestas bendiciones que reciben, que más que bendiciones divinas son el fruto de estrategias y acciones políticas que ellos mismos realizan para afianzarse en el poder y lograr sus propios intereses», agregó, Báez.
Enfatizó que generalmente este tipo de políticos son autoritarios y no están dispuestos a reconocer sus errores y pecados. «Practican la religión del “yo”, exigiendo culto a sus personas, imponiéndose como pequeños dioses y utilizando la religión para justificar sus posiciones de poder, sus actos de corrupción y su crueldad».
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A diferencia de los «políticos fariseos», Báez señaló que «el político creyente —al igual que el publicano— muestra su fe en el Dios justo y bueno, reconociendo humildemente sus errores y aceptando su parte de responsabilidad en la problemática de la sociedad».
«Los políticos auténticamente creyentes viven escuchando a Dios y a los demás, examinan su conciencia constantemente, no culpan a otros de lo que ellos son responsables, sienten necesidad de convertirse y modelar su vida a la luz del evangelio, piden perdón y se abren con confianza al amor del Señor», remarcó.
«La oración del soberbio no lega al corazón de Dios»
El jerarca católico afirmó además que Jesús nos enseña que la oración del soberbio no llega al corazón de Dios, «pero la oración del humilde lo abre de par en par».
«Podemos engañar a los hombres, pero no a Dios. No tengamos miedo de que Dios nos mire por dentro. Él siempre nos mira con infinita bondad», indicó.
Haciendo referencia a la oración del publicano, el religioso expresó que «Jesús nos invita a dejarnos acoger y perdonar por Dios. Todos fallamos, todos nos dejamos llevar por el egoísmo y la maldad alguna vez, por eso todos tenemos necesidad de la misericordia y de la compasión del Señor».
«Tener fe no es un privilegio que automáticamente nos coloca cerca de Dios, cumplir los mandamientos de la religión no es una garantía de santidad y llevar una vida moralmente recta puede convertirse en un motivo de soberbia y en un pretexto para sentirnos superiores a las demás personas», predicó Báez .
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Citando las palabras del papa Francisco —en el Angelus del 23 de octubre— el obispo refirió que «donde hay mucho yo, hay poco Dios». Practicamos esta religión cuando nos sentimos orgullosos de nuestra bondad, olvidando que todo acto bueno que realizamos es una gracia que recibimos de Dios».
Manifestó además que muchos supuesto cristianos practican la religión del fariseo «cuando nos conformamos de parecer buenos, sin prestar atención a las intenciones egoístas del corazón, sintiéndonos cómodos en nuestra hipocresía y sin sentir necesidad de cambiar y mejorar. Somos como el fariseo cuando las prácticas religiosas nos hacen arrogantes, creyéndonos mejores que los demás a quienes juzgamos y condenamos».
«Pidamos hoy al Señor la gracia de conocernos, de no despreciar a nadie, de sentirnos pobres interiormente y necesitados de su misericordia, orando con las manos vacías y el corazón abierto ante nuestro Padre Dios: “Dios mío, ten misericordia de mí que soy un pecador” (Lc 18,11)», concluyó.
La prédica de Báez llega en un años en que la dictadura de Ortega ha desatado una fuerte arremetida contra la Iglesia católica de Nicaragua, ha encerrado al menos a 11 sacerdotes, pero afirma ser un gobierno «socialista, cristiano y solidario».