Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, exhortó a la feligresía católica a no guardar silencio y perseverar en la demanda de justicia por todos los atropellos y las violaciones a los derechos humanos.
Citando la parábola bíblica —San Lucas: 18: 1-8— acerca de la viuda que pedía justicia a un juez injusto, el prelado reflexionó que «la viuda no optó por el silencio ante aquel juez malvado. El silencio no es la mejor opción cuando es atropellada la dignidad de las personas».
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Afirmó que en las sociedades injustas, el silencio no favorece a los perseguidos y a las víctimas. «Si callamos ante la manipulación de la ley, ante las agresiones injustas o ante los juicios infames contra personas inocentes, nos hacemos cómplices de toda esta iniquidad», señaló.
En cuanto a la forma de demandar justicia, Báez enfatizó que «no hay necesidad de usar el insulto, no hay que devolver mal por mal, ni hay que recurrir jamás a medios violentos. Lo que no podemos es ser indiferentes y pasivos. La viuda de la parábola tampoco usó la violencia, ni agredió al juez injusto», puntualizó.
«Hay que alzar la voz y documentar los delitos »
Por otra parte, Báez dijo que en la lucha por la justicia «es fácil cansarse y llegar a creer que los esfuerzos que se hacen por denunciar a los verdugos y defender a las víctimas son inútiles».
Al final, aunque tarde en llegar, siempre triunfa la justicia. No hay que desistir jamás en el esfuerzo por soñar y construir relaciones humanas basadas en la verdad, el derecho y la justicia», agregó.
Insistió también en que se debe alzar la voz para denunciar y que «hay que documentar los delitos, hay que hacer valer el derecho y la voz de las víctimas y sobre todo hay que tener una gran confianza en la fuerza de la justicia».
«La viuda de la parábola fue perseverante, insistiendo una y otra vez, reclamando sin cesar sus derechos. Esta es otra gran lección que nos da esta pobre mujer, quien al final obtuvo justicia de parte del juez malvado», hizo hincapié el prelado.
«A los tiranos les llegará su fin»
En referencia a los regímenes que abusan de su poder para imponer la violencia y la represión contra los pueblos, el obispo «indicó que quienes manipulan las leyes y se prestan a realizar juicios infames contra personas inocentes, les llegará su fin».
«Tarde o temprano rendirán cuenta ante la justicia y escucharán un veredicto condenatorio en su contra, ya sea aquí en este mundo, ante tribunales humanos, o más tarde, ante el tribunal del Dios justo que ama la justicia (Salmos 11,7)…», recalcó.

«A pesar de que a veces las cosas no mejoran como quisiéramos y la maldad parece imponerse implacable; a pesar de que a veces parezca que Dios no nos oye o tarda en actuar, Jesús quiere que confiemos en la bondad y la justicia de Dios y no dejemos de esperar en él».
«Jesús quiere que seamos ante Dios, como la viuda de la parábola ante el juez inicuo: insistentes y perseverantes. Sobre todo porque Dios no es un juez perverso, sino un Padre que nos ama infinitamente, nos escucha y nos cuida siempre con ternura y desea en todo nuestro bien. Ningún grito que brota del dolor humano queda sin ser escuchado por Dios. Ninguna oración nuestra se pierde, todas llegan al corazón de Dios», concluyó.
Las palabras del prelado llegan cuando en Nicaragua se padece un estado represivo dirigido a todos los sectores sociales, incluida, la Iglesia católica. El régimen de Daniel Ortega tiene en prisión a nueve sacerdotes, hay 219 presos políticos y más de 100,000 exiliados desde el inicio de las protestas cívicas de 2018.