El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo impidió la entrada al país a la socióloga María Teresa Blandón, presidenta de la ilegalizada organización feminista La Corriente, así lo confirmó la activista a Artículo 66.
Blandón salió de Nicaragua el 24 de junio —según explica— a una reunión de trabajo e intentó regresar el primero de julio, sin embargo la Aerolínea Avianca le comunicó que el gobierno nicaragüense había notificado que no podía entrar al país.
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«Yo salí sin ningún problema, nadie me informó, nadie me acusó de nada puesto que no he cometido ningún delito, por lo que no estaba informada de que me iban a impedir el ingreso a mi país», narró.
La activista manifestó que esto es un exilio forzado, «porque si no te permiten entrar a tu país de manera legal, te obligan a hacerlo de manera clandestina o te obligan a quedarte fuera de Nicaragua».
En cuanto a la decisión de la dictadura de Nicaragua de negarle la entrada al país, la feminista expresó que es la misma situación que le ha pasado a miles de nicaragüenses.
«Hay un control abusivo por parte del régimen Ortega y Murillo de las instituciones del Estado. Además se arroga la facultad de quién puede entrar y quién no puede de salir de Nicaragua, y esto como sabemos es contrario a mis derechos constitucionales», manifestó.
Además hizo hincapié en que el Estado no puede obligar a ningún connacional a salir o a no salir del país, «porque nos están violando nuestros derechos civiles y nuestros derechos políticos».
Persecución «brutal» a todas las voces críticas
Otras de las situaciones que mencionó la directora de La Corriente es que dentro de Nicaragua hay una política de censura generalizada y «una persecución brutal a todas las voces críticas».
«Por supuesto que dentro de Nicaragua, los riesgos para ejercer el derecho a la libertad de expresión o a la libertad de asociación son enormes porque (uno) puede pagarlo con la cárcel», explicó.
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Sin embargo refirió que estando fuera del país, las posibilidades de expresarse son mayores, «pero se tiene que hacer fuera de Nicaragua y esa es la idea que tiene el régimen, impedir que las voces criticas estén dentro del país».
«Quieren crear un cerco de silencio, de censura, de miedo, y obligar a las voces criticas a andar errando por el mundo, pero está clarísimo que miles de nicaragüenses han logrado rearticularse para que sus voces sigan oyéndose, y eso es lo que pasa exactamente conmigo», afirmó.
Pese al exilio forzado que está viviendo, Blandón concluyó con aplomo que «por supuesto, mi trabajo como activista feminista y como defensora de los derechos humanos de las mujeres sigue firme. Yo sigo trabajando en la misma dirección que hemos venido haciendo desde hace varias décadas». Además dijo que «no he tomado esa decisión de solicitar asilo político».
Blandón se suma a decenas de activistas, defensores y defensoras de derechos humanos que tras el cierre de las más de 1,800 organizaciones no gubernamentales se han visto obligados al exilio o el régimen les niega el ingreso al país.