El obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, decidió salir en procesión junto con el Santísimo para encarar a policías y paramilitares que lo asedian y tienen bloqueada la zona de la Curia Episcopal desde la tarde del miércoles, tres de agosto.
El religioso, uno de los más perseguidos por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, pidió a los uniformados que «dejen en paz» a la feligresía católica y que les permitan profesar su fe.
Noticia relacionada: Padre Uriel Vallejos lleva 48 horas de encierro bajo asedio policial
A las siete y diez minutos de hoy, cuatro de agosto, el jerarca apostó por lanzarse a la calle y orar frente a los enviados por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. «Que el Señor nos llene de paz, de justicia, de reconciliación, de solidaridad y de fraternidad a todos los nicaragüenses», dijo el prelado, quien salió acompañado de sacristanes y miembros de TV Merced, después que los oficiales impidieran la celebración de la eucaristía de este jueves.
«Que en el corazón de los nicaragüenses reine la paz, no reine el odio, ni la división. Es lo que les he dicho tantas veces: El demonio quiere que caigamos en la tentación del odio, de la desesperanza, de la división y ante el odio se responde con el amor, ante el odio se responde con la unidad y ante todo tipo de desesperanza se responde con la esperanza», remarcó.
El prelado cuestionó la presencia policial y de otros ciudadanos de camisetas azules, a quienes la ciudadanía identifica como paramilitares. «¿Por qué nos mandan una patrulla de Auxilio Judicial? ¿Por qué? ¿Quiénes alteran el orden? ¿Quiénes nos meten zozobra? ¿Quiénes son los que agitan al pueblo fiel de Dios que adora a su Señor, que trabaja, que ora, que clama? ¿Quiénes son?», se autopreguntó, aludiendo a los elementos armados que han lanzado desde el Estado para asediar a líderes religiosos de Nicaragua.
«Después dicen que nosotros agitamos al pueblo de Dios y aquí queda demostrado, hermanos», señaló el religioso, mientras caminaba en medio de los policías alzando la imagen del Santísimo.
«Miren toda la camaradería de policías frente a un pueblo fiel sencillo», repetía el obispo, mostrando en cámara a los policías y patrullas que están atravesadas en las avenidas que conllevan a la Curia de Matagalpa.
Noticia relacionada: Régimen impone otra vez asedio policial a monseñor Álvarez
Insistió en que las autoridades del país deben respetar la fe, la libertad, «nuestra historia, nuestra patria, nuestra fe en Jesús Sacramentado, que nos dejen adorar al Señor Jesús libremente, que nos dejen celebrar nuestra eucaristía libremente».
«¿Por qué ellos quieren sitiarnos? ¿Por qué los oficiales están en la puerta de mi casa? ¿Por qué no dejan pasar a la gente? Que después no vengan con otra historia y si quieren platicar conmigo yo tengo las puertas abiertas para hablar y dialogar. Busquemos caminos de concordia, de sinceridad. ¿Por qué retiran al pueblo fiel de Dios? ¿Por qué no quieren que el pueblo adore a su Señor?», reprochó.
El jerarca pidió a todos los nicaragüenses unirse en oración para lograr la unidad del país. Algunos de los ciudadanos de la localidad se sumaron a las plegarias y a las alabanzas lideradas por monseñor Álvarez y dos de las feligreses se arrodillaron en la calle.
«Queremos que nos dejen en paz»
«Aquí ahora han mandado a traer a estos muchachos vestidos de azules, que no se cómo se llaman (los paramilitares), aquí a la Curia, a la cuadra, pero por qué si esto no es una trinchera de combate, si aquí no estamos haciendo ningún complot, ninguna confabulación, si quieren entrar a mi casa que entren. Vengan, oremos juntos», subrayó el líder religioso y bendijo a todos los presentes, incluso, a los comisionados de la Policía.
Reiteró su petición de «que nos dejen en paz, queremos que nos dejen profesar nuestra fe con serenidad, con tranquilidad, pero por qué tienen que llegar a estos extremos».
En los últimos meses la dictadura de Ortega emprendió una persecución contra la Iglesia católica y sus principales líderes. A inicios de mayo, la Policía había iniciado una ola de asedio contra los sacerdotes, entre ellos está el padre Harving Padilla, párroco de la iglesia San Juan Bautista de Masaya, el padre Uriel Vallejos, párroco en Sébaco, Matagalpa, así como del mismo monseñor Rolando Álvarez, este último se tuvo que refugiar en un templo de Managua tras varios días de persecución de la Policía.