María Josefina Gurdián, madre y abuela de las presas políticas Ana Margarita Vijil y Tamara Dávila, respectivamente; manifestó que no quiere «morirse» sin antes ver en libertad a ambas reas de conciencia, por lo tanto, reiteró su demanda a la administración de Daniel Ortega de la liberación inmediata e incondicional de las opositoras.
«Desde mi situación especial de un cáncer que cada día progresa, yo protesto y pido abran su corazón. No quisiera morir sin tenerlas libres. Toda esta angustia agrava mi situación. Es una pesadilla constante», escribió Pinita en su cuenta de Facebook.
«Uso este espacio que, aunque es reducido, es el único que me permite gritar al mundo mi angustia y mi dolor», resaltó Gurdián, conocida como Pinita.
Noticia relacionada: Tamara Dávila, un año sin ver a su hija por órdenes de Ortega
En su escrito, denuncia las condiciones inhumanas y degradantes en las que se encuentran Vijil, Dávila y las demás personas presas políticas, que apenas sus familiares han podido visitarles en ocho ocasiones, durante un año de encierro.
«Las presas políticas Dora María Téllez, Suyen Barahona, mi nieta Tamara Dávila y mi hija Ana Margarita Vijil están cumpliendo 387 días de estar detenidas y totalmente incomunicadas. Cada una en una celda separada, sin poder hablar, ni hacer señas, ni leer, ni escribir. El caso de Tamara es todavía más grave, porque su celda es empernada. Algunas en total oscuridad, otras con luz las 24 horas», sostuvo Pinita Gurdián.
«Con frío en este tiempo tan húmedo. A algunas les han pasado la colcha que les llevamos, pero a otras no ha sido posible se las entreguen. Esa es otra forma de tortura. Durmiendo sobre una cama de piedra sobre una colchoneta que con el tiempo se ha ido reduciendo y que les produce mucho dolor de espaldas. Con hambre. Con inundación en algunas celdas», destacó.
«Privadas de todo, como el caso de Félix Maradiaga y todos los demás tal como lo expuso con gran angustia su esposa Berta Valle a quien le mando un abrazo y comparto su dolor», añadió.
Pinita Gurdián sufre por el encierro de su hija Ana Margarita Vijil y su nieta Tamara Dávila, ambas son presas políticas de la dictadura de Daniel Ortega. Ambas opositoras enfrentaron juicios por menoscabo a la integridad nacional bajo la supuesta violación a la Ley 1055, Ley de Soberanía.
«Castigados/as y juzgados/as con testigos falsos por haber protestado y querer defender los derechos de la ciudadanía . Ese fue su gran delito. El no ser indiferentes ante el dolor de las personas que sufren injusticia», cuestionó.
«Esto es inhumano y yo no puedo callar. Protesto y grito las injusticias que están sufriendo ellas y el resto de un total de 190 personas en diferentes centros penitenciarios», concluyó.