Radio Católica de Bluefields (RCB) notificó este jueves, 26 de mayo, el cierre de sus oficinas asegurando que el medio de comunicación ya no es autosostenible.
En un comunicado, la emisora de la Costa Caribe Sur, detalló que «la radio salió fuera del aire en su frecuencia 100.5 FM, por motivo económico, ya que no se pudo llegar a la meta establecida para su autosostenibilidad».
El equipo del medio de comunicación agradeció a la población en general, a sus «padrinos y voluntarios» que apoyaron a la radio en casi cinco años de servicio «a la evangelización de la palabra de Dios».
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«En los medios de comunicación la Iglesia encuentra un excelente apoyo para difundir el Evangelio y los valores religiosos para promover el diálogo y la cooperación ecuménica e interreligiosa, así como para defender los sólidos principios que son indispensables en la construcción de una sociedad respetuosa con la dignidad de la persona humana y del bien común», señaló.
La emisora radial era dirigida por monseñor Francisco Tijerino, Hernaldo Miranda, locutor y administrador de RCB, Marvin Zelaya Torrez y Jaritma Duarte, ambos locutores y controlistas. «Solo nos queda agradecer mucho a todos los que lucharon por mantener este medio con sus colaboración», manifestó el equipo.
Además, la radio católica de Bluefields resaltó que no hay ninguna persona autorizada para pedir apoyo o colaboración en su nombre.
El cierre de la radio se da en un contexto donde la crisis social, política y económica en Nicaragua se ha agravado. Además, los medios independientes en el país ha sido unos de los sectores más golpeado por la crisis y sus las complejas condiciones económicas y por la constante represión y persecución del régimen.
Cabe mencionar que en las últimas semanas, líderes religiosos de la iglesia católica han sido objetos de ataques y de amenazas por la dictadura de Ortega. Desde el 2018, tras del intento de diálogo nacional y las protestas sociales, donde las máximas autoridades religiosas fueron mediadores, el régimen de Ortega se volvió enemigo número uno del la jerarquía eclesiástica, a los que ha tildado de «satánicos», «terroristas» y «promotores del odio».