En ocasión al Dia Internacional del Trabajo, Monseñor Rolando Álvarez afirmó, durante su homilía en la Catedral San Pedro en Matagalpa, que «la Iglesia sigue preguntándose sobre el sujeto del trabajo y las condiciones en las que vive.
Señaló que la Iglesia está comprometida en la causa y lucha de los trabajadores «porque la considera su misión, su servicio, verificación de su fidelidad a Cristo».
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En referencia a la violación a los derechos de los trabajadores en Nicaragua, el obispo de la diócesis de Matagalpa dijo que la Iglesia ha constatado que «en muchos casos hay violación a la dignidad del trabajo, es decir la plaga del desempleo, bien porque se desprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia».
Recalcó que el trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar y por eso se debe respetar la integridad de los trabajadores. «El trabajo es una condición para ser posible la fundación de una familia, ya que esta exige los medios de subsistencia que el hombre adquiere normalmente mediante el trabajo».
Falta de empleo en Nicaragua
El prelado enfatizó en la crisis de trabajo que vive los nicaragüenses, llevándolos a más pobreza. «Actualmente la sociedad presenta el problema de encontrar un empleo adecuado para toda persona capaz, es decir la falta de puestos de trabajo».
«Esto se convierte en problema doloroso cuando los afectados son principalmente padres y madres de familia que no tienen como sustentar a sus hijos. Cuando son jóvenes, quienes después de haberse preparado mediante una formación cultural, técnica y profesional no logran encontrar un puesto de trabajo», recalcó.
Otras de las problemáticas que indicó Álvarez, es que la remuneración del trabajo ya no es suficiente «para mantener dignamente a una familia y asegurar su futuro».
Además explicó que una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad de la persona. «El respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la obediencia al principio de considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente».
Lamenta migración por falta de empleo y persecución
Álvarez afirmó que el «magisterio social de la Iglesia» ha denunciado la eliminación de algunos derechos de los trabajadores. «El derecho a una justa remuneración, al descanso, el derecho a un ambiente de trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio al derecho a la salud física de los trabajadores y no dañe su integridad moral».
«El derecho a que sea salvaguardada la propia personalidad sin que sean transgredidos de ningún modo y en la propia conciencia», agregó.
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El obispo lamentó que cuando no se respeta el derecho a la pensión para la vejez, la enfermedad o caso de accidentes relacionados a la prestación laboral o no se respeta el derecho a previsiones sociales vinculada a la maternidad, muchos nicaragüense toman la decisión de migrar a otros países en busca de mejores oportunidades.
«Debido a la pobreza, el hambre, el desempleo, la inseguridad, la persecución, la inestabilidad, el decrecimiento económico, muchos hombres y mujeres salen de su propia tierra en búsqueda de otros horizontes, enfrentándose con condiciones inhumanas, esto los sitúa en primera línea de riesgo frente a la explotación, la trata, el abuso, el tráfico y todo tipo de injusticia», recalcó.
También señaló que nadie en el mundo se siente responsable de los migrantes. «Hemos perdido muchas veces el sentido de la responsabilidad fraterna, vemos al hermano medio muerto al borde del camino. Quizás pensamos “pobrecito” y seguimos nuestro camino, no nos compete y con eso nos quedamos tranquilos y nos sentimos en paz».
El jerarca católico concluyó en que la promoción humana de los migrantes y de sus familias comienza por su propio país. «Allí se debe garantizar junto al derecho de migrar, el derecho a no emigrar, es decir el derecho a encontrar en la patria condiciones que permiten una realización digna de la existencia porque vivimos en un tiempo de explotación de los trabajadores».