El más reciente editorial presentado por Urnas Abiertas informa que en 2021 se inició un superciclo electoral en América Latina que durará hasta 2024, en el que todos los países de la región tendrán elecciones presidenciales y legislativas, a excepción de Bolivia.
«Esto abre nuevas posibilidades para reconfigurar el tablero geopolítico regional, en parte por un cambio de correlación de fuerzas, y en parte como castigo a los gobiernos salientes, así lo hemos visto recientemente en Honduras, Costa Rica y Chile; o como podríamos estar por presenciarlo en Colombia y Brasil», detalla el escrito de la organización.
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Olga Valle, de Urnas Abiertas dijo a Artículo 66, que Nicaragua «es uno de los gobiernos que han retrocedido en cuanto a las condiciones democráticas del país». El siete de noviembre del 2021 se realizaron elecciones presidenciales sin ninguna garantía y con decenas de presos políticos, y este 2022 habrá elecciones municipales, donde no hay una posibilidad de que sean democráticas.
Según la organización, a pesar de la grave crisis en la que se encuentra actualmente la democracia representativa y el sistema de partidos políticos en algunos países de Latinoamérica, lo cierto es que los procesos electorales implican competencia electoral, campañas políticas, presentación de programas, debates presidenciales, fiscalización del discurso público y movilizaciones ciudadanas, algo que en Nicaragua, el régimen de Ortega no lo permite.
«Además, todavía funcionan, en menor o mayor medida, los mecanismos institucionales para reconfigurar el sistema político, cambiar las constituciones, iniciar procesos de justicia y resolver disputas electorales, todo lo que en Nicaragua no es posible», detalla.
Democracia en riesgo
En el mismo análisis afirman que Nicaragua como parte del superciclo electoral se enfrenta a una serie de situaciones que ponen en riesgo su democracia, partiendo que en el país no es posible votar, ni protestar.
«El primer paso para recuperar la democracia es el levantamiento del estado policial y el respeto irrestricto de las libertades fundamentales, que incluye la libertad de todas las personas presas políticas, pues es bajo estas condiciones que el país puede encontrar posibilidades de cambio, propias del superciclo electoral en el que está inserto», explica Urnas Abiertas.
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«En este 2022, otro año electoral para Nicaragua, le corresponde a las fuerzas democráticas estar a la altura de los tiempos, exigir que cualquier proceso democrático se desarrolle bajo condiciones adecuadas y garantizar una amplia participación ciudadana que escuche las demandas sociales, las cuales exigen más y mejor democracia, y menos desigualdad», recalcan.
A siete meses de celebrarse las elecciones municipales en Nicaragua, los expertos afirman que es importante garantizar que todas las fuerzas políticas puedan participar, que nadie vaya obligado a votar, o que sufra represión al hacerlo y que sus votos sean contados transparentemente, así como la posibilidad de movilizarse, de hacerse escuchar en las calles, de presionar por lo que se espera de las instituciones.
«En Nicaragua corresponde exigir un proceso electoral que abra el camino para una transición con justicia y libertad, aceptar menos de esto es no comprender el momento histórico en el que nos encontramos», concluye el editorial.
Para Olga Valle, Nicaragua no es el único país donde se violentan los derechos humanos, «pero no se puede negar la gravedad de violaciones que se dan en nuestro país. Ante estas características planteamos que nos toca exigir condiciones democráticas, porque vemos grandes cambios democráticos en nuestros países vecinos a raíz de sus elecciones».