Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, basó su homilía de este domingo, en las tres de tentaciones que sometió Satanás a Jesucristo cuando estuvo en el desierto.
«En este mundo, en nuestras calles camina el tentador que conoce de las codicias y ambiciones, del orgullo y de la vanidad; podríamos decir que las tres tentaciones a Jesús en el desierto son como una síntesis de las tres grandes tentaciones a la humanidad», explicó el religioso desde la Iglesia Catedral San Pedro Apóstol, en Matagalpa.
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Referente a la primera tentación de Jesús, cuando el diablo le dijo que convirtiera las piedras en pan, el prelado dijo que «cuando el tentador propone transformar las piedras en pan; es pensar que los bienes materiales pueden llenar el corazón del hombre».
«Tener bienes materiales a cualquier costo, a cualquier precio, aún al costo o al precio de la propia conciencia, de la propia dignidad. Llega a ser una necesidad, un vicio adictivo. Para el que no tiene limites de almacenar en sus graneros, el tener se vuelve en su droga, sin la cual no puede vivir», recalcó.
Álvarez insistió que si el pan es importante, «la libertad es más importante, pero lo más importante de todo es la fidelidad constante y la lealtad a los principios jamás traicionados. Cuándo no se respeta esta jerarquía de los bienes, sino que se invierte, ya no hay justicia, ya no hay preocupación por el hombre que sufre, sino que se crea desajuste y destrucción, caos y anarquía; se entra en el reino de la arbitrariedad».
Aseveró que no se puede gobernar la historia con meras estructuras materiales prescindiendo de Dios o utilizando el nombre de Dios en vano. «Aún las estructuras más sofisticadas, si no nacen de un corazón nuevo y arrepentido, se vuelven las más injustas e intolerantes. Si el corazón del hombre no es bueno, ninguna otra cosa puede llegar a ser buena y la bondad del corazón solo puede venir de aquel que es la bondad misma, el bien».
«La tentación del poder»
Citando la segunda tentación que tuvo Jesús, cuando Satanás le dijo que lo adorara y que le daría todas las posesiones de la tierra, el jerarca católico, señaló que «Cuando el tentador ofrece dominar la creación a cambio de un acto de adoración se trata de la tentación del poder sobre los reinos de la tierra; el poder sobre el servir».
«El tentador ofrece el dominio sobre el otro (…) Se domina la creación, destruyendo, arrasando la propiedad, las fronteras, llegando a ilimitados poderes irracionales que llegan a avasallar y destruir al mismo hombre», afirmó Álvarez.
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Aludiendo a la crisis política que vive Nicaragua y la guerra de Rusia contra Ucrania, el obispo de Matagalpa señaló que se está viviendo «la ley del más fuerte, que tiene su raíz en la filosofía sofisticada…».
«Si el poder que tienes viene de Dios, entonces tu poder será el servicio, pero si tu poder no viene de Dios, entonces tu poder será la muerte», agregó.
La ambición, el éxito fácil y cómodo
Refiriéndose a la tercera tentación de Jesucristo, monseñor Álvarez hizo hincapié que la ambición es el éxito fácil y cómodo sobre el esfuerzo del día a día. «El tentador cita las sagradas escrituras para hacer caer a Jesús en la trampa: el tentador muestra ser un gran conocedor de las escrituras, se presenta como teólogo»
En alusión al fanatismo religioso que quiere demostrar Rosario Murillo y Daniel Ortega, Álvarez enfatizó en que «hoy se pretende someter la palabra de Dios a visiones pseudoideológicas; se pretende instrumentalizar a intereses particulares o personales. Es la pretensión de callar a Dios y suplantarlo con todos los placeres».

«Después del pan hay que ofrecer algo sensacional: pan y circo o las migajas del rico culón, pero la gloria de Cristo, la gloria humilde y dispuesta a sufrir, la gloria de su amor no ha desaparecido no desaparecerá» afirmó.
La homilía de monseñor concluyó, con la afirmación de que en «la lucha contra Satanás ha vencido Jesús frente a la divinización fraudulenta del poder, de la ambición, de la avidez del dinero; frente a la promesa mentirosa de un futuro que a través de los poderes temporales garantiza todo a todos (..) Frente a la invitación a adorar el poder, el Señor pronuncia unas palabras: al Señor tu Dios adorarás y solo a él darás culto».