En la homilía de este domingo, cinco de diciembre, desde los predios del colegio San Luis de la parroquia Divina Misericordia en Sébaco; monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, exhortó al pueblo nicaragüense a no perder la esperanza, pese a las crisis sociopolítica que vive el país.
El jerarca hizo énfasis que en Nicaragua se vive una lucha en que el mal se ha interpuesto ante el bien. «Y en esa lucha, el mal quiere que nosotros los nicaragüenses agachemos la cabeza, no aflijamos, nos entristezcamos y perdamos la esperanza, amadísimos hermanos, es una tentación del demonio».
«El demonio sabe que un pueblo afligido, triste y desesperanzado es un pueblo sepultado; sería como gente que camina, como dice el poeta: “andan muerta el alma”. Sería un pueblo, como dice el profeta Ezequiel: de hombres y mujeres de huesos secos», recalcó el religioso.
«El demonio utiliza las situaciones difíciles»
Además, refirió que para que un pueblo pierda la esperanza, «el demonio» utiliza todas las situaciones difíciles que viven los nicaragüenses, tales como la decisión de exiliarse en otros países para no sufrir más represión.
«Tanto dolor que hay en el corazón: desempleo, esa migración terrible que nos está desangrando todos los días, al ver partir a seres amados, familiares, parientes, amigos, conocidos, niños, jóvenes, adultos (…) que van arriesgando su vida, porque no encontraron en nuestro país un futuro promisorio que le prometiera algo mejor».
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Poniendo de ejemplo las vicisitudes que están enfrentando los nicaragüenses a manos del régimen orteguista, el prelado relató la historia de una adolescente que ha decidido migrar por la situación que vive en Nicaragua. «Ayer (sábado) una niña se me acercó y me dijo que le diera mi bendición y que rezara por ella porque el 12 de diciembre se va del país», recordó.
«Muchachos y muchachas, muy probablemente entre ustedes hay algunos que su mamá o su papá ya se fueron del país, en busca de nuevos horizontes, nuevo futuro, porque la ambición de los ambiciosos no les pudo ofrecer un mejor futuro, y es ahí que fácilmente el corazón de nuestro pueblo se puede opacar, se puede apagar y pueden llegar a ser como huesos secos, como habla el profeta Ezequiel», describió.
Monseñor Álvarez exhortó que en «medio del dolor que vivimos, Dios quiere que estemos llenos de alegría y esperanza, eso nunca se debe de perder, porque el día que perdamos la alegría y la esperanza estamos sepultados, pero nosotros mantenemos la alegría y la esperanza que está puesta en el Señor que cumple su palabra».
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«Nosotros confiamos que el Señor viene en nuestro auxilio y que Él un día va a mostrar al mundo la grandeza de los nicaragüenses. Veremos con nuestros ojos cómo el Señor realmente se apiada de nuestra tierra y vamos a descubrir cómo el Señor va a cambiar el agua de la tristeza en el vino de la alegría y la libertad, eso nuestros ojos lo verán, porque Dios viene victorioso a salvarnos a los nicaragüenses», concluyó Álvarez.
Desde la rebelión cívica de 2018, la Iglesia católica ha estado en defensa de los nicaragüenses, lo que le ha costado, asedio y persecución por parte del régimen de Daniel Ortega. Monseñor Álvarez ha sido una de las voces críticas dentro del país que no ha cesado de demandar justicia.