En la homilía de este domingo, 14 de noviembre, desde la iglesia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos; el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio Báez, exhortó al pueblo católico a estar confiado en que todos los momentos difíciles pasan tarde o temprano.
«Tantas cosas terminan en nuestra vida: los proyectos, los trabajos, los viajes, las relaciones. Muchas veces las cosas terminan incluso en modo doloroso, haciéndonos percibir anticipadamente algo de la experiencia de la muerte. Tarde o temprano todo termina (…). El mundo también terminará. En su espléndida belleza el universo es una criatura frágil y un día también llegará a terminar. Todo tiene un final», enfatizó el religioso.
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En alusión a la crisis política que vive Nicaragua, el jerarca católico afirmó que «el evangelio nos quiere hacer tomar conciencia de que hasta las cosas que parecen más estables y duraderas en el cosmo, llegarán a terminar».
«También a nivel social, cuando parece que los malvados se han salido con la suya y la injusticia parece haber derrotado al bien y a la verdad, Dios se hace misteriosamente presente, por eso no debemos desesperar ni sentirnos abrumados», agregó.
El obispo recalcó que la última palabra la tiene Dios y que al final triunfará el bien, la verdad y la justicia. «Por eso, delante de los poderes mundanos que intentan atemorizarnos y hacernos sentir impotentes, hay que superar dos actitudes que son contrarias a la fe: la resignación y el victimismo. Nos resignamos cuando creemos que no hay nada qué hacer, nos cruzamos de brazos y nos contentamos con sobrevivir».
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«El mundo, tal como lo conocemos hoy, lleno de lágrimas y de dolor, herido por el pecado, el mal y la muerte, terminará (…) Al final de la historia vendrá Jesús a reunir y rescatar a quienes le han sido fieles, a quienes han vivido con confianza en Dios su limitación humana, a quienes han tenido hambre y sed de justicia, a quienes han sido perseguidos por soñar y luchar por un mundo mejor», concluyó Báez.
Monseñor Silvio Báez es una de las voces religiosas más criticas de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Actualmente vive un exilio forzado desde el 2018.