«Nos enseñaste que nunca es tarde para cumplir los sueños… Nos enseñaste que no tiene que ser un día o una ocasión especial para brindar, solo lo hacías», así inicia la despedida de Sara Lila Cordero, fundadora y directora de La Fábrica Coworking. Cordero le decía adiós a su abuelo, quien que falleció por COVID-19. Ella es solo una de las personas que a diario anuncian en Twitter o Facebook que su familiar murió por el mortal virus. Las redes sociales se han convertido en un obituario.
«Nos enseñaste a disfrutar cada minuto, el primer bloody mary, un trago más, cada estornudo, el último inning, el baño de queque en la cara, las postdatas en la terraza; en satélite, cada copa de vino y cada plática se aprovechaban», continúa.
Aunque el régimen siga negando y minimizando los efectos nocivos de la pandemia en la sociedad nicaragüense, la realidad que se ve en los hospitales de referencia nacional, lo que se lee en las redes sociales y los testimonios de familiares de las personas que mueren por coronavirus reflejan un panorama distinto al que quiere vender la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
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Unamos anunció que Álvaro Porta Bermúdez falleció este ocho de septiembre. Una de sus miembros confirmó a Artículo 66 que fue por COVID-19. Porta era era convencional del partido por el departamento de Managua. «Durante toda su vida, Álvaro estuvo comprometido con la lucha por la democracia y la justicia», reseñó el movimiento opositor.
Álvaro y el abuelo de Sara Lila seguramente fueron enterrados según el protocolo del Ministerio de Salud (Minsa): desde que ingresaron con síntomas de la enfermedad fueron aislados y sus familiares no pudieron verlos, incluso en el funeral no se despidieron. Así de cruel es el virus.
Eran las cuatro de la tarde del 20 de agosto de este año cuando el usuario de Twitter Ninja Ryuk recibió una llamada de su mamá para avisarle que su bisabuela había muerto. La señora de más de 80 años hacía dos semanas estaba internada en un hospital de Managua tras dar positivo a COVID-19, casi un mes antes 20 días antes fue la última vez que la vió. El bisabuelo de Ryuk también fue internado por padecer el virus y un día después que falleció su esposa él también murió. Ambos sepelios fueron exprés, uno en la oscuridad de la noche y el otro com los primeros rayos de sol.
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«Me acaban de llamar para avisarme que mi bisabuela acaba de fallecer. La señora que me cuidó pequeño se me fue», publicó Ryuk en su cuenta de Twitter.
«Ambos fueron enterrados exprés, el de ella ayer por la noche donde solo la familia más cercana estuvo para asegurarse, y a esta hora él igual solo la gente cercana. Ninguno pudo ver a sus familiares antes de fallecer, fallecieron solos en la cama de un hospital», explicó al día siguiente tras recibir la noticia que su bisabuelo también había fallecido por el virus.
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En redes sociales también se despidieron de Guillermo Salazar un joven de 21 años que falleció por COVID-19 y complicaciones provocadas por Aspergillus pulmonar (popularmente conocido como hongo negro). Después de 23 días hospitalizado se rindió a la muerte.
Un día antes de su deceso, su tía Mercedes Salazar había pedido oraciones por su sobrino Guillermo. El joven ya tenía tres semanas hospitalizado por el virus. «Se alojó un hongo en sus pulmones que se llama Asperguillos Pulmonar está siendo muy difícil su recuperación, estamos confiados en Jesús que saldrá victorioso de esta enfermedad», escribió.
Su novia Daysi Aguirre publicó en Instagram una foto con Guillermo donde están besándose con un emotivo mensaje que se lee: «Te amo y te amaré el resto de mi vida».
El llamado a participar en decenas de actividades que han organizado por las «Fiestas Patrias Bicentenarias» contraviene con los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y podría desencadenar un brote masivo de contagios que, con la capacidad a tope de los hospitales, significaría un alto número de decesos por el mortal virus.
Mientras continúan historias como estas en redes sociales, la dictadura sigue ordenando al Minsa aceptar solo un muerto por semana, aunque el número de casos positivos aumente de forma alarmante. Lo cierto es que los entierros exprés no se detienen, los contagios siguen aumentando, los fallecidos incrementan y existe un temor generalizado de la población a contagiarse del virus.