A noventa días de haber sido detenido arbitrariamente el precandidato presidencial Juan Sebastián Chamorro, su esposa, Victoria Cárdenas, declara el profundo dolor que su ausencia provoca en su familia y allegados, al tiempo que expresa su deseo que todo ese sufrimiento que están pasando ahora se traduzca en cambios para Nicaragua y sus habitantes.
Chamorro sufre cárcel política porque se «atrevió» a hacer públicas sus aspiraciones por desafiarle el poder al dictador Daniel Ortega, que busca reelegirse para un cuarto periodo consecutivo, mientras a su mujer, la vicedictadora Rosario Murillo, va por la reelección para un segundo mandato.
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El ocho de junio, al menos tres patrullas llenas de agentes de las tropas especiales de la Policía asaltaron la residencia del precandidato presidencial de la Alianza Cívica por Justicia y la Democracia (ACJD) y procedieron a detenerlo mientras también retenían a su esposa Victoria Cárdenas y allanaron el inmueble.
Al momento del asalto, según versiones de la familia, Chamorro García se puso de rodillas y se llevó las manos a la cabeza en señal de que se entregaba. Se portó valiente, dicen los testigos, él se entregó para evitar que los policías se pusieran más agresivos. Quiso resguardar a su familia y evitar que les hicieran daño.
Han pasado ya tres meses desde ese arresto, Su esposa, que se encuentra en el exilio porque también se ha convertido en perseguida política de la dictadura, comparte con la población nicaragüense, a través de una publicación en su cuenta de Twitter, el dolor que ella y su familia están viviendo pero además manda un mensaje de esperanza.
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«90 días… de vivir con una tristeza profunda, con el pecho oprimido, con un nudo permanente en la garganta, con las lágrimas que brotan a toda hora del día. Noches largas y solitarias en las que a veces cuesta respirar, al pensar en tantas injusticias que se cometen contra tantas personas que están detenidas arbitrariamente y en completa indefensión. Nuestros seres queridos están sufriendo torturas, y nosotros sus familiares también», dice la esposa del preso político.
«Cada día denunciar y levantar la voz por los silenciados, me da fuerza y me llena de esperanzas. Puede ser que para algunos, tres meses no sea mucho tiempo, pero para mí, 90 días sin ver a Juan (Sebastián Chamorro), han sido los más difíciles desde que perdí a mi papá hace 32 años. Espero que este dolor se transforme en agente de cambio para Nicaragua y sus ciudadanos que merecemos tener una vida digna, en la que se nos respeten nuestros derechos como a cualquier ser humano», expresa Cárdenas.
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El dirigente de la ACJD primeramente fue acusado por la dictadura, según el parte oficial «por realizar actos que menoscaban la independencia, la soberanía, y la autodeterminación, incitar a la injerencia extranjera en los asuntos internos, pedir intervenciones militares, organizarse con financiamiento de potencias extranjeras para ejecutar actos de terrorismo y desestabilización, proponer y gestionar bloqueos económicos, comerciales y de operaciones financieras en contra del país y sus instituciones, demandar, exaltar y aplaudir la imposición de sanciones contra el Estado de Nicaragua y sus ciudadanos, y lesionar los intereses supremos de la nación», según la ley represiva Ley No. 1055
No obstante, el pasado 26 de agosto, la Fiscalía de la dictadura acusó oficialmente a Juan Sebastián junto a los también aspirantes presidenciales Félix Maradiaga y Arturo Cruz por el supuesto delito de «conspiración para cometer menoscabo a la soberanía nacional» y en el mismo libelo acusatorio también le achaca ese delito a los dirigentes opositores José Pallais Benard, Violeta Granera Padilla, José Adán Aguerri, Tamara Dávila y Manuel Salvador Orozco.