Laureano Ortega Murillo, hijo de la pareja presidencial de Nicaragua, se presentó la noche de este miércoles, 5 de diciembre, en la tradicional Serenata de Amor a la Virgen del Trono que se celebra en la Basílica Nacional de El Viejo, en Chinandega, como antesala a las fiestas religiosas en honor a la Inmaculada Concepción de María, patrona de Nicaragua.
La presencia de Ortega cantando en el atrio de la Basílica sorprendió tanto a los ciudadanos de El Viejo, pero también a algunos religiosos, quienes seguían la transmisión de la serenata desde otros puntos del país, que era llevada en directo por Vos TV Canal 14.
Ataviado con una guayabera color blanco y agarrando con fuerza el pedestal del micrófono, el hijo de la pareja gobernante –quien es aficionado a las tablas por su pasión por el canto lírico-, agradeció la invitación que le realizara el obispo de León Bosco Vivas Robelo y el rector de la Basílica Nacional, padre Rodrigo Urbina Vivas, para cantar en el concierto.
“Quiero agradecer a monseñor Urbina por esta invitación tan especial a poder compartir con ustedes y por supuesto saludar a monseñor Bosco Vivas: se le quiere mucho, se le respeta mucho. Y a todo el pueblo de El Viejo, gracias por permitirnos compartir esta noche de amor a nuestra madre, de amor a Jesucristo, de amor a Dios que es lo más importante en esta vida”, dijo Laureano, mientras era acuerpado en el escenario por su amiga, la soprano Eliza Picado.
El repertorio de Ortega en la celebración religiosa y cultural incluyó canciones como Adestes fideles y Oda de la alegría, esta última dedicada, según él, a la hermandad del pueblo nicaragüense. Cabe señalar que mientras el hijo de la pareja presidencial hablaba, algunos asistentes se levantaron de su silla. Igualmente, internautas en redes sociales expresaron que dejaron de ver la transmisión.
Particularmente, al momento de la participación del hijo de los Ortega, el Facebook Live del Canal Católico de Nicaragua se llenó de reproches al obispo Bosco Vivas por permitir la presencia de Laureano en la actividad y manifestaron la hipocresía del cantante y asesor nicaragüense de inversiones sobre su fe cristiana.
Antes atacó a un obispo, ahora dice respetar a otro
La presencia de Laureano Ortega Murillo no pasó desapercibida por los televidentes que estaban viendo la transmisión de la Serenata de Amor a la Inmaculada Concepción de María. En redes sociales, estalló la indignación y el enojo entre los internautas por la presencia del hijo de la pareja presidencial cantando ante la imagen de Nuestra Señora del Trono, patrona nacional de Nicaragua.
Cabe señalar que Laureano Ortega, la última semana de octubre, atacó de modo virulento –junto a otros miembros de la familia presidencial que poseen redes sociales-, al obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez; tras la emisión de supuestos audios donde el régimen acusaba al religioso de estar conspirando para un “golpe de Estado”.
“Asesino”, tuiteó Laureano Ortega Murillo contra Monseñor Silvio José Báez. Horas después, el hijo de la pareja Ortega-Murillo borró el tuit, pero siguió insistiendo en su cuenta que el plan del obispo era “estar con los golpistas”.
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Sin embargo, anoche, Ortega dijo “respetar y querer mucho” al obispo de León Bosco Vivas Robelo. Este jerarca católico es uno de los que más críticas han recibido de la población por su postura ambigua ante la crisis sociopolítica que estalló en el país a inicios de abril.
“¡Es el colmo! Acto sacrílego. Ofende a la Madre del Señor y a todo un pueblo que sufre a causa de los progenitores de tal cantor. Ahora queda claro el sentido de la homilía del sobrino del ordinario del lugar. No hay coherencia ni profetismo. ¡Triste realidad!”, tuiteó el sacerdote redentorista misionero Bosco Rodríguez, autor de varios libros de espiritualidad y misionero en América Central.
Otro que mostró su sorpresa y desdén por la presencia de Ortega fue el sacerdote Winder Morales, encargado de comunicación de la Conferencia Episcopal, quien al ver a Ortega en la tarima, escribió en italiano “sin comentarios”.
Bosco Vivas es del mismo molde de Obando y Bravo. Ambos siempre al lado del poder político y sus instrumentos de represión.