Días difíciles los vividos para Nicaragua en estos más de 5 meses de protestas, cada día el gobierno de Nicaragua demuestra su fuerte apuesta al uso de fuerza letal. Por si fuera poco al declive de la economía se suma a una represión calculada como respuesta al gran malestar de miles de personas que salen a las calles a protestar cada semana en Nicaragua. Más allá de cualquier discusión técnica y política sobre las causas de esta crisis, lo cierto es que en la opinión pública existe un profundo sentimiento de rechazo a este gobierno.
Mientras el presidente inconstitucional Daniel Ortega incrementa su número de apariciones públicas logrando apenas llenar 4 cuadras con empleados gubernamentales que se ven obligados a hacer presencia y estar pendientes de la convocatoria del denominado “político de la institución” para luego en la comparecencia, despotricar contra lo que considera un Golpe de Estado y con esta retórica da rienda suelta a la imaginación de la fuerza policial que se materializa en mayor represión, heridos, encarcelamiento y muerte.
En este escenario, en el que desde distintos sectores arrecian las críticas a la acción gubernamental, vuelve a exhibirse una vez más, su torpeza y su afán provocador en contra de la población, la empresa privada y los pequeños negocios. La propaganda gubernamental con frases llamando a la Paz, contrasta brutalmente con la disposición de reprimir cualquier tipo de protesta.
Ante este panorama y lo observado el pasado fin de semana, cabe preguntarse ¿vamos ganando? ¿Todo esta normal?
La respuesta parece clara y consecuente con “filosofía de la represión” la cual implica la pretensión de impedir un comportamiento o de castigarlo en cada marcha que se produzca, la arbitrariedad de fuerzas del orden y paramilitares solo es seguida por la ilusión, la fantasía que todo está normal
Estamos advertidos, el dictador y sus socios están decididos a defender su modelo de gobierno represivo sin mayores miramientos por los costos económicos ni humanos.