[vc_row][vc_column][vc_column_text]El Gobierno de Daniel Ortega realizó una concentración de trabajadores del Estado en la Plaza de las Victorias, para, según el mandatario sandinista, honrar la memoria del fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Tomás Borge y para celebrar el día de los trabajadores.
Sin embargo, durante su breve intervención, Ortega llamó a su militancia a prepararse para “dar la batalla y defender la paz”.
En el acto partidario Ortega buscaba demostrar el respaldo de sus seguidores y trajo a empleados públicos de todo el país. A unas cuadras, en los alrededores del punto de reunión, había buses de Juigalpa, Nueva Guinea, Matagalpa y Jinotega.
Contrario a otros actos del FSLN, la vocera gubernamental, vicepresidenta y primera dama Rosario Murillo permaneció relegada y en silencio. A penas coreó algunas de sus canciones y alzaba los brazos cuando su marido arengaba.
Daniel Ortega se hizo acompañar del disidente sandinista y comandante de la Revolución, Victor Tirado López. Tirado, según miembros de la oposición padece alzheimer, la forma más común de demencia entre adultos mayores.

De la multitud, Ortega hizo subir a la tarima a Edén Pastora, comandante guerrillero y ahora funcionario orteguista para el dragado del Ríos San Juan. Pastora es el responsable de que Nicaragua haya tenido que pagar más de 368 mil dólares a Costa Rica por los daños causados en un humedal que la Corte Internacional de Justicia de La Haya determinó que era territorio tico.
En el estrado oficialista, junto a Ortega aparecieron el presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, a quien el caudillo rojinegro únicamente presentó como “sindicalista”; la ministra del trabajo, Alba Luz Torres; la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Alba Luz Ramos; la dirigente de la Asociación de Adultos Mayores (que preside Porfirio García), Alma Sandino y tres “dirigentes” de bajo perfil de la Juventud Sandinista (JS), la organización que el Gobierno usa como grupos de choque para atacar junto a la Policía.
En su mensaje de menos de 20 minutos, Daniel Ortega intentó hacer un llamado a la paz y al diálogo. El mandatario pidió un minuto de silencio para los “fallecidos”, sin referir que fueron asesinados por la Policía y sus huestes paraestatales. Ortega tampoco mencionó el número de víctimas, ni desaparecidos. Tampoco se refirió a la grita popular que se ha escuchado en la última semana que exigen la dimisión de él, su mujer y resto de funcionarios de su gobierno, responsables de las masacres contra el movimiento estudiantil.
El presidente Daniel Ortega consideró que las marchas que se han realizado en protesta contra su Gobierno son ejecutadas por “sembradores de odio” que “incitan a la violencia” y entonces, (los asesinados), “en medio (quedan) fallecidas las víctimas de la violencia”.
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Aunque las consignas solicitaban la paz, las palabras del presidente Ortega indicaban a sus seguidores prepararse para situaciones difíciles y para defender la paz. “Ahora se trata de la defensa de la paz, ni un paso atrás. (…) Estamos totalmente comprometidos en cualquier circunstancia que se presente, aún en las más difíciles que se puedan presentar, porque están boicoteando el dialogo, aún en las peores, son las familias, campesinos, trabajadores, es el pueblo, la juventud, las mujeres, las que darán la batalla para defender la paz”, amenazó Ortega.
El diálogo aún no se ha instalado, pero la sociedad solicita que este sea abierto, plural, con verdaderos representantes de los diferentes sectores de la sociedad y con garantías de que se cumplirán las demandas. Los nicaragüenses lo que han exigido al Gobierno sandinista, antes de empezar un diálogo, son condiciones que muestren la disposición del FSLN de respetar los derechos humanos y constitucionales que todo nicaragüense tiene.
Los obispos de la Conferencia Episcopal advirtieron durante una concentración multitudinaria que se realizó el sábado 28 de abril que una vez que se inicie el diálogo, darán un mes al régimen de Ortega para que dé muestras de cumplimiento de los compromisos “o de lo contrario nos levantaremos de la mesa e informaremos que ese diálogo no funcionó” leyó el arzobispo de Managua, Cardenal Leopoldo Brenes, ante los aplausos de los protestantes en el atrio de la catedral de Managua.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]