[vc_row][vc_column][vc_column_text]La gran marcha que se realizó ayer 28 de abril en Managua, convocada por la Iglesia Católica, puso sobre la mesa muchas demandas, inquietudes y sobre todo el sentir del pueblo nicaragüense. A las puertas del inicio de un supuesto diálogo, luego de casi 12 días de protestas, marchas, plantones, represión y muertes son muchas las preguntas que ayer se escucharon en las calles.
Escuchá los sonidos y las palabras de los manifestantes
La marcha inició frente al colegio teresiano en carretera a Masaya, había 2 concentraciones más en la rotonda El Periodista y frente a Metrocentro donde llegaron los camiones de la caravana campesina que por primera vez, desde que iniciaron su lucha hace más de 5 años, no fueron recibidos por la Policía Nacional con balas y gases lacrimógenos. Las 3 concentraciones se unieron en la rotonda Rubén Darío, fue como el tope de los santos en las fiestas de los pueblos, se hicieron un solo mar de personas, marcharon hasta la catedral metropolitana donde les esperaba parte de la conferencia episcopal. Éstas enormes columnas de personas me recordaron una frase de una canción de la banda de música electrónica M38, que dice: «La ciudad es mi iglesia».
Si bien la peregrinación fue convocada por la Iglesia Católica, entre el tumulto de personas iban grupos evangélicos característicos por sus canciones carismáticas; marcharon las feministas con sus pañuelos morados en el cuello, también iban muchos ateos, artistas y estudiantes que sintieron el llamado de salir y tomarse las calles para exigir justicia por los más de 42 jóvenes asesinados en menos de una semana. Esta cifra podría aumentar en las próximas horas, de confirmarse los 63 muertos que la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) lleva en sus registros.

Llegar al atrio de la Catedral fue tarea dura, pero justa y necesaria. Fue entrar en las entrañas de un pueblo que sufre, de un pueblo que está harto de las violaciones a sus derechos; fue toparse con la cara de la madre que sostiene el retrato de su hijo asesinado por la policía, fue chocar con la abuela y el niño rezando el rosario por la paz en Nicaragua, encontrarse con el estudiante golpeado y perseguido que gritaba que no tenía miedo, comprarle agua a los vendedores ambulantes que en medio de todo trataban de hacerse con unos centavos para darle de comer a sus hijos, fue chocar con el campesino que viene desde la montaña con una sonrisa para regalar y un puño para alzar, fue caminar en medio del sol ardiente de esta Managua, entre las almas abrazantes de tantos nicaragüenses y salir del atrio de la Catedral bañado del pueblo.
Los obispos dejaron claro que no van a ir a un dialogo a perder el tiempo, no quieren más misas negras, ni arreglos debajo de la mesa.
Yo no sé qué tienen las catedrales, son templos que llaman a la reflexión, propicios para encuentros espirituales, pero también nos reúnen para exigir justicia; ver el mar de gente gritando que no tienen miedo fue como una revelación. Me quedó claro que cuando ocurra algo grande en Nicaragua y estoy seguro que va a ocurrir, la Catedral Metropolitana será el lugar donde vamos reencontrarnos para otra foto histórica.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]