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Las Cruzadas fueron nueve campañas militares promovidas por varios pontífices de la iglesia católica romana en el lapso de casi 200 años (1095-1270), con el objetivo de rescatar los lugares vinculados a la vida y pasión de Jesucristo, que estaban bajo el dominio de los musulmanes (los ¨santos lugares¨). Las campañas bélicas fueron ejecutadas por algunos reyes y nobles europeos deseosos de ganar fama y fortuna. La palabra “cruzada” proviene de la cruz que los combatientes llevan cosida sobre su pecho.
Los principales factores que determinaron las cruzadas son: el aumento demográfico en Europa; la conquista de la Tierra Santa por los turcos selyúcidas; y la intolerancia religiosa de los turcos, que incomunicó a Oriente y Occidente, con repercusiones negativas a nivel económico, cultural y espiritual, impidiendo las peregrinaciones cristianas a los “Santos Lugares”.
En total, fueron 9 cruzadas oficiales, aunque hay otras que se ejecutaron en países europeos afectando a veces a los propios cristianos.
Con excepción de la primera cruzada, las 8 restantes fueron un total fracaso para los cristianos debido, entre otros factores, a los siguientes: la falta de planeamiento de las operaciones, la ausencia de una verdadera estrategia militar en las distintas campañas bélicas, y el afán de protagonismo y predominio de intereses particulares y antagónicos entre los reyes y otros nobles que lideraron las operaciones.
La Primera Cruzada (1095-1099): En 1095, en el Concilio de Clermont, el papa Urbano II predicó la necesidad de una cruzada para ayudar a los cristianos ortodoxos orientales y liberar Jerusalén del yugo musulmán. Esta cruzada la lideró Godofredo de Bouillón, y terminó en triunfo para los cristianos que conquistaron Jerusalén en 1099, en una sangrienta batalla que no respeto vidas de niños, mujeres y ancianos en el interior de la ciudad sagrada.
La Segunda Cruzada (1147 al 1149): La dirigió Conrado III de Alemania, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y el rey Luis VII de Francia, conocido como ¨Luis el Joven¨, sexto rey en la dinastía directa de los Capetos, y esposo de Leonor de Aquitania. Ambos ejércitos fueron derrotados por los musulmanes.
La Tercera Cruzada (1189-1192): Salah-ad-Din Yusuf ibn Ayyub, conocido como Saladino, accedió al sultanato de El Cairo en 1169 y en 1187 derrotó al rey cristiano de Jerusalén, Guido de Lusignan, en la llanura de Hattin. Tras esta batalla, tomó la Ciudad Santa e hizo prisionero a Lusignan.
La Tercera Cruzada tenía por objetivo reconquistar Jerusalén. Uno de los lideres fue el rey Ricardo I, “Corazón de León”, de la dinastía Plantagenet, tercer hijo de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania. Los otros dos reyes que comandaron esta cruzada fueron el emperador alemán Federico I, Barbarroja, y el rey Felipe II de Francia, séptimo rey de la dinastía directa de los Capetos.
Al quedar en tablas sus batallas, Ricardo y Saladino firmaron un tratado de paz. El tratado establecía que Jerusalén permanecería bajo control musulmán, pero se concedía a los cristianos el derecho de peregrinar libremente a Jerusalén.
El tratado dejó en poder de los cristianos tan solo una estrecha franja costera desde Tiro hasta Jaffa, aunque garantizaba la seguridad de los peregrinos cristianos que viajasen a Jerusalén. Ricardo abandonó Tierra Santa el 9 de octubre de 1192. En resumen, la tercera cruzada fue también un fracaso para los cristianos.
La Cuarta Cruzada (1201-1204): En 1198 Inocencio III se proclamó Papa, y predicó la cuarta cruzada. Su objetivo era la toma de Egipto, principal centro de poder musulmán. Esta cruzada se desvió hasta Constantinopla, donde causó serios desastres. Resultado: fracaso cristiano.
La Quinta Cruzada (1218-1221): Fue predicada por el Papa Inocencio III y organizada por Honorio III. El resultado: Derrota cristiana.
La Sexta Cruzada (1228-1229): Fue organizada por el emperador alemán, Federico II, Barbarroja. Consiguió una tregua de 10 años y la restitución de los principales lugares cristianos (Nazaret, Belén y Jerusalén), exceptuando los lugares santos para el islam. En 1244, el sultán Ayub tomó Jerusalén derrotando a los cristianos en Gaza. Resultado: Derrota para los cristianos.
La Séptima Cruzada (1248-1254): El Papa Inocencio IV propuso una nueva expedición contra el Islam, a la que solo respondió el Rey de Francia, Luis IX (San Luis). El rey francés emprendió esta campaña para conquistar Egipto antes de dirigirse contra Jerusalén, pero fue hecho prisionero con todo su ejército y sólo pudo ser liberado después de pagar un elevado rescate. Resultado: Fracaso cristiano.
La Octava Cruzada (1270): Organizada de nuevo por Luis IX se dirigió hacia Túnez, que tradicionalmente había sido cristiana, con el objetivo de reconvertir a sus habitantes. Una epidemia se extendió entre los cruzados, muriendo muchos, entre ellos el Rey Luis IX. Los musulmanes reconquistaron San Juan de Acre, última plaza en poder los cristianos en Oriente. Resultado final: Fracaso cristiano.
La Novena Cruzada (1271-1272): El príncipe Eduardo de Inglaterra (después Eduardo I), se unió a la Cruzada de Luis IX de Francia contra Túnez, pero llegó al campamento tras la muerte del rey francés.
Eduardo fue víctima de un atentado de los hashshashin (los asesinos), uno de los cuales apuñaló al príncipe con una daga envenenada el 16 de junio de 1272. La herida no resultó mortal, pero Eduardo estuvo enfermo varias semanas. Partió a Inglaterra el 22 de septiembre de 1272. Para entonces su anciano padre había fallecido y Eduardo ocupó su puesto como Rey de Inglaterra. Resultado de esta cruzada: fracaso para los cristianos.
LAS OTRAS CRUZADAS: No todas las cruzadas contra los musulmanes forman parte de las 9 Cruzadas oficiales. Hay otras que también afectaron a otros cristianos. Podemos mencionar las siguientes:
Las Cruzadas Bálticas (1195): Por orientaciones del Papa Celestino III (1193), los líderes cristianos de Alemania, Dinamarca y Suecia emprendieron campañas para subyugar y convertir a los pueblos paganos de la cuenca del mar Báltico, pero también afectaron a otros pueblos cristianos del Báltico. Uno de los actores principales de esas campañas fue la Orden Teutónica, creada en Palestina.
Cruzada contra los albigenses o Cátaros: En 1209 el papa Inocencio III proclamó la cruzada albigense con el fin de eliminar a los cristianos heterodoxos cátaros –calificados de herejes- y erradicarlos del sur de Francia.
Cruzada Aragonesa: La Cruzada contra la Corona de Aragón fue declarada por el papa Martín IV contra el rey de Aragón Pedro III el Grande, en 1284 y 1285.
Cruzadas en la Reconquista española: En el período final de la Reconquista española algunos momentos decisivos recibieron del Papa de Roma la calificación de cruzada, dada su condición de enfrentamiento de reinos cristianos contra reinos islámicos.
Cruzada de Segismundo de Hungría: En 1396, el rey Segismundo de Hungría organizó una cruzada para asediar la ciudad de Nicópolis, por entonces bajo control turco otomano.
Pero, la victoria turca en el asedio de Nicópolis fue un gran revés que supuso una amenaza para las naciones centroeuropeas y consolidó el poder otomano en la frontera con el reino de Hungría.
Cruzada de Juan Hunyadi: El fracaso de los ejércitos cruzados de Segismundo en Nicópolis (1396) y la derrota de los ejércitos húngaros en la batalla de Varna (1444), en la cual murió el rey Vladislao I de Hungría, fortaleció al Imperio otomano, que continuó marchando hacia Belgrado.
El regente húngaro Juan Hunyadi, respondiendo al llamado del Papa Calixto III, organizó un ejército cruzado húngaro haciendo frente a los turcos otomanos invasores en la batalla de Belgrado (1456). Esta batalla concluyó con una victoria total para el regente húngaro y la amenaza turca fue detenida por casi un siglo más.
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